jueves, 17 de abril de 2025

LAS GARRAS DE PODEMOS SON DE PAPEL

 


1.- INTRODUCCIÓN

La demagogia populista intenta una vez más adueñarse del lenguaje y del discurso con el que responder artificialmente a los múltiples problemas que en este período complicado tiene la humanidad trabajadora. Un marco económico y social en el que la vivienda, la represión del Estado y las convulsiones que provocan las medidas arancelarias del gobierno Trump están teniendo efectos importantes en el nivel de vida de la población trabajadora de este país.

La retórica populista se aparta de la lucha revolucionaria transmitiendo una imagen de la realidad que es el que desean las clases explotadoras. Por medio de un progresismo impregnado de ideología burguesa en sus diferentes formas culturales, cine, televisión, música, teatro, política, etc. desmantelan la ética y moral colectiva y socialista certificando el individualismo, la alienación y el sometimiento de las clases explotadas.

Los populismos socialdemócratas subestiman que en los países capitalistas el Estado es un instrumento de poder al servicio de la burguesía, una minoría que se sostiene por la explotación laboral y social de una amplia clase trabajadora, pero también por el expolio y explotación de la naturaleza. En esta estructura desigual de clases desprecian que la clase dominante solo busca el negocio y el beneficio económico, la reproducción y acumulación de capital, para sobrevivir y continuar perpetuándose

2.- EL DISCURSO RADICALISTA Y LA EXPERIENCIA DE PODEMOS

Los líderes de Podemos reaparecen con zarpazos izquierdistas como ponen de manifiesto sus más recientes declaraciones, muy radicales, sin duda, pretendiendo volver a ocupar posiciones de relieve en la escena política española, de este modo quieren esquivar milimétricamente lo que podían haber hecho y no hicieron mientras estuvieron en el gobierno.

En la mochila de su extensa retórica dejaron olvidadas la lucha contra la escasez de viviendas y los desahucios, la pelea por la reforma agraria y los desatinos de la PAC, el deterioro de la salud pública, la derogación de la Ley Mordaza y la Ley de Partidos, la libertad de expresión y opinión, el castigo y el sufrimiento de los presos en las cárceles, la prohibición de la venta y compra de armas a los genocidas, las luchas y resistencias al fascismo, la supresión de los acuerdos con el Vaticano, el dolor y la angustia de los inmigrantes, y en general, una desmemoria básica muy considerable.

Ahora, nos lanzan una lluvia de mensajes que se caracterizan por una contundencia verbal exigiendo al gobierno español una respuesta urgente y tajante a las políticas arancelarias de Trump, pidiendo que se expropien todas las viviendas que tienen los fondos de inversión americanos en España, la salida de la UE y la OTAN y el cierre de sus bases en España. Si embargo, tenemos poca confianza en que estas propuestas se sitúen más allá de lo que es la propaganda, el electoralismo y la competencia por un espacio plebiscitario con otras formaciones populistas y reformistas de semejante ideología.

Los principios que ha mostrado Podemos en estos años de presencia en el tablero político español no le dan credibilidad. La política de este partido cae dentro de lo que decían los indios americanos respecto a los pobladores blancos que los robaban, mataban y echaban de sus territorios. Los nativos de América del Norte decían que no se podían fiar de los colonos que les invadían pues tenían una lengua bífida “decían una cosa y hacían otra”. Esta es la experiencia que tenemos del partido de Pablo Iglesias y de Ione Belarra.

Desde el momento que Podemos tuvo la oportunidad de integrarse en el gobierno olvidó todos los enunciados que alumbraban su drástica oratoria, compartiendo las políticas reformistas y anti obreras practicadas por el gobierno de coalición con el PSOE. Los ministerios de los que dispuso ejecutaron acciones que no llegaron más allá de las promesas y de exiguas medidas asistencialistas, pero sí incidieron en la división del movimiento obrero y feminista.

3.- LOS COMPROMISOS DE PODEMOS.

El elevado salto a los cielos en el mundo de la política se lo proporcionaron los medios de comunicación burgueses que les dieron asientos y voces en sus programaciones, desde donde sus líderes con mucha altanería y arrogancia vendieron su imagen personal y la de un partido progresista rompedor; se postulaban como una organización que venía a ocupar el espacio de una izquierda débil y fracasada sin futuro.

La inteligente diplomacia capitalista les colocó en una rampa electoral privilegiada con el único objetivo de detener un movimiento social que ponía en aprietos a un régimen borbónico inundado de corrupción y muy debilitado ante la opinión pública por las fechorías de la casa real y de sus más altos cargos institucionales.

La élite mediática tenía claro cuando subirlo y cuando bajarlo del pedestal, a sabiendas de que se trataba de un partido sin estructuras y sin ideología, incapaz de resistir el ataque de los poderes fácticos en el momento que decidieran tumbarlo, con unos dirigentes más preocupados por los puestos y cargos en el parlamento y en otros establecimientos estatales.

A pesar de toda la palabrería con la que llenaban las televisiones, no tenían intenciones de modificar las leyes que garantizan la sacrosanta propiedad privada; tampoco, poner en cuestión el carácter reaccionario de los aparatos del estado heredados de la dictadura franquista, ni el desarrollo de la lucha de clases que contribuyera a mejorar las condiciones sociales y laborales de las clases trabajadoras o a combatir seriamente la precariedad y la pobreza desde los presupuestos estatales.

Como más tarde ocurrió, no tuvieron el minúsculo rubor para aceptar el régimen borbónico del 78, colaborando y compartiendo mesa de manera muy estrecha con una “casta política” a la que en sus discursos iniciales condenaban a las más oscuras tinieblas del infierno político; sirva como anécdota, que no faltaron a las festividades patrias mostrando amplias simpatías por la casa real y por Felipe VI. En sus manifestaciones públicas expresaron una posición favorable a la UE, a respetar los compromisos que tenía el Estado Español con la OTAN, organizando la reunión de la organización terrorista en Madrid. Ni que decir tiene que durante su presencia en el gobierno aprobaron el incremento de los presupuestos para la compra de armas.

4.-ESTRUCTURAS IDEOLÓGICAS Y POLÍTICAS.  EL OBJETIVO DE PODEMOS

Podemos aceptó la monarquía, la bandera monárquica, el ejército, el aparato judicial; no cuestionó el sistema educativo y no le importó la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos. Nunca ha defendido desde sus sucursales catalanas, vascas, gallegas, y andaluzas el derecho humano a la libre determinación de las personas y los pueblos, componente democrático que nos permita dar pasos hacia el socialismo;

Podemos nunca ha metido miedo a la burguesía con propuestas que fueran contra el derecho burgués de la propiedad privada, sobre la tierra, industrias, bancos, culturas, universidades, control de la memoria histórica. Para nada consideró combatir ideológicamente el fetichismo de la mercancía, se doblegó a la vocación patriótica del reaccionario nacionalismo español impulsado por las clases dominantes en cualesquiera de los pueblos de España. Hay que entender que la burguesía defienda con ahínco el Estado Español puesto que es el espacio territorial en el que llevan a cabo la producción de plusvalía y la acumulación de capital.

Sin embargo, no podemos sorprendernos de todo lo anterior cuando Podemos surgió precisamente para paralizar todo el movimiento de lucha social que había después del 15M y conducirlo al pantano del parlamentarismo como ha logrado hacer; sacó el conflicto de la calle y lo metió en el parlamento consiguiendo la normalización social o lo que es lo mismo la desactivación de las luchas populares y la aceptación del régimen al que condenaba. La fuerza electoral que se tenía en la calle desapareció al entrar en el parlamento y formar el gobierno con el PSOE, todo quedó como una fuerza pasiva sin presencia activa, sin respuesta de acuerdo con el impulso popular obtenido en las calles. Al final, decepción de la política y desánimo de las clases trabajadoras y sectores populares.

5.- CONCLUSIÓN

La necesidad de una fuerza política que rompa con la socialdemocracia y los populismos que encarna y reproduce.

Desde hace muchos años, organizaciones surgidas en el siglo XIX (PSOE) y otras más recientes (Bildu, BNG) surgidas tras el 15 M y años posteriores (Podemos, Compromís, Sumar, etc.) vienen moviéndose en el interior del perímetro que encuadra a lo que consideramos políticas socialdemócratas. Estas, no han cuestionado ni cuestionan las dinámicas de explotación ni de la propiedad privada, ni tampoco desarrollan las categorías y los conceptos que hacen posible una formación crítica de la militancia muy necesaria en las perspectivas de futuro para la superación del capitalismo.

El reformismo socialdemócrata parte de que la explotación capitalista puede ser gradualmente suavizada mediante la acción legal y parlamentaria, admitiendo que el Estado burgués es neutral e interclasista, y sus aparatos pueden ser transformado de modo democrático a favor del proletariado sin ser destruidos, siendo para ello prioritario intentar el colaboracionismo interclasista, el consenso y el acuerdo dentro de las instituciones. No considera la relación entre la producción social y la propiedad en pocas manos del conjunto de bienes y servicios producidos, ni tampoco la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción social.

Todo esto pone claramente de manifiesto la necesidad de una fuerza de izquierda que meta miedo en el contexto nacional e internacional a los propietarios de los medios de producción. Un planteamiento en la lucha antiimperialista e internacionalista no será eficaz sin la unidad nacional e internacional con todas las fuerzas políticas y sociales que quieren transformar la sociedad, con el agrupamiento de todas las organizaciones que realmente quieran cambiar las relaciones internacionales y enfrentarse al imperialismo que hace la guerra en múltiples variantes cognitiva, económica y militar.

Tenemos que enfrentarnos a las decisiones del gobierno español, la UE y el imperialismo americano que ahora nos obligan al incremento de los gastos militares. Los principales Estados imperialistas, son los que promueven la militarización, el rearme y la guerra. Para ello llevan a cabo un intenso trabajo a través de la cultura del miedo y la represión sobre las clases explotadas al interior y exterior de sus países. Potencian la destrucción de la diversidad cultural de los pueblos con la propaganda de la manipulación informativa sectaria y mentirosa. Las consecuencias en los servicios públicos y en el mundo laboral serán terribles, las organizaciones patronales tendrán vía libre para endurecer las condiciones laborales en los centros de trabajo; el Estado llevará a cabo una aplicación más exhaustiva de la ley Mordaza y de las leyes contra la inmigración. El objetivo final es compensar la caída de la tasa de ganancias derivada de la crisis económica agravada con los aranceles del fascista Trump. Las guerras no son sólo militares, también, empiezan a ser económicas, tecnológicas, financieras y comerciales, aunque las llaman de otra manera para no asustar a los telespectadores.

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