La lucha entre los
partidos es la expresión “más íntegra, completa y específica de la lucha
política entre clases”. En nuestro caso, la vida política extremeña está
dominada por los intereses de una pequeña burguesía, una fracción progresista y
otra conservadora y reaccionaria, ambas dan forma a las condiciones materiales
en las que vive el pueblo extremeño: dependencia, atraso económico, y emigración.
La asamblea de Extremadura representa
formalmente los intereses políticos y económicos de aquellos grupos sociales,
incapaces de resolver los problemas históricos de la región. En la institución
no hay representación de los intereses de la clase obrera.
Sin
duda, las declaraciones que realizan los representantes políticos regionales ya
sean del gobierno o de la oposición son parte del parlamentarismo burgués.
Hasta la fecha, se hacen desde un
púlpito de plena subordinación a Madrid, en el que no se tienen en cuenta
criterios para modificar las relaciones sociales de producción, ni propiciar cambios
en las estructuras económicas regionales que mejoren la vida de la población
trabajadora, son proclamas repetitivas puramente electoralistas que escuchamos a
quienes ocupan las butacas de la oposición, en unas legislaturas el PP, y en
otras el PSOE, como ocurre ahora; sólo hay que echar un vistazo a las
hemerotecas.
Los
discursos se hacen en nombre de la democracia, pero llamar ‘democracia’ a los procesos
electorales cada cuatro años que se basan enteramente en el ‘marketing’, la
manipulación y la ignorancia es no querer aceptar el significado ni el espíritu
de esta palabra. Tampoco nadie explica que el modelo occidental de
democracia no es el único ni que está lejos de ser el mejor, y como en algunos
casos, por arte de birlibirloque o mejor siguiendo el dedo divino de un
dictador se han transformado en monarquías.
Un modelo cuya inercia permite
que sectores sociales
acomodados de la población puedan vivir de cargos y puestos políticos y administrativos,
trabajando para los amos del cortijo, mientras las clases explotadas producen
la plusvalía necesaria para el funcionamiento de la sociedad. La ideología de
la representación política regional no considera transformar el armazón
productivo y social que mejore las condiciones materiales del pueblo extremeño en
asuntos como el empleo, la vivienda, la sanidad, la educación, que impidan el
vaciamiento del mundo rural.
Cada
vez más, la democracia que conocemos es un invento burgués exclusivo para un segmento
acomodado de la población, aquél que ocupa la jerarquía de la sociedad burguesa,
aquél que nos adorna la vida con una bonita palabrería y sabias reflexiones,
olvidado de otros grupos sociales que viven con dificultades materiales en los
límites vitales que desde Madrid impone el IBEX-35. La democracia debemos
entenderla como herramienta de participación popular orientada a mejorar el
bienestar de toda la sociedad, mientras que la democracia burguesa tiene en la lucha
parlamentaria un mecanismo sofisticado “de anular todo ‘modo
revolucionario" de resolver problemas histórico-sociales”, impidiendo el
avance hacia una democracia verdaderamente popular.