La Unión Europea y la burocracia de
Bruselas son en estos momentos uno de los enemigos más poderosos de los agricultores
y agricultoras, y en general, de las clases trabajadoras. Esta institución es
la responsable de lo que está pasando en el campo con los recortes de la PAC y
las imposiciones de los acuerdos de libre comercio que permiten la libre entrada
de productos agrícolas procedentes de terceros países a cambio de garantizar la
salida de los productos industriales de los países del norte, entre otros, Alemania,
Francia, Holanda y Bélgica.
A nivel más global, la Agenda 2030 (y sus
17 objetivos de desarrollo sostenible) es la que denominan hoja de ruta del
sistema capitalista como medio para conseguir un desarrollo global y humano
sostenible; parece una broma que nos gastan con este instrumento teórico
quienes destrozan la naturaleza y la vida, no hay mucho que descubrir para ver
que es una forma mentirosa e hipócrita de promoción ideológica, bajo el
paraguas de papel de que hay que combatir el calentamiento global, los
conflictos sociales o las crisis económicas; con esta Agenda se materializan
desde la UE y otras Instituciones Globales unos acuerdos y directivas que van
acabando poco a poco con las pequeñas y medianas explotaciones agrarias y
ganaderas. No es otra cosa que ocultarnos la depredación que conlleva un
sistema político, económico y social en manos de las Multinacionales y los
grandes Fondos de Inversión.
La Unión Europea nos mete en guerras siguiendo
el camino que le marcan los EEUU y la OTAN. Así, está enviando miles de
millones de euros a un gobierno nazi como el de Ucrania, vendiendo armas al
estado de Israel para que siga con sus crímenes en Palestina, en lugar de
apoyar los sistemas productivos europeos. Estas políticas se aprueban en el
Parlamento Europeo por los partidos que le controlan, los grupos europeos en
los que se encuadran, PP, PSOE, VOX. En síntesis, la UE está liquidando la
agricultura porque los alimentos vendrán de fuera de sus fronteras a precios más
baratos lo que permitirá que los salarios en la industria de los países del Norte
no suban y sus productos puedan mantener la competitividad frente a otras
producciones internacionales.
La única salida que tiene hoy la
producción agrícola y el desarrollo del mundo rural es la ruptura con las
formas de gobierno que nos someten al imperialismo, a las guerras, y nos
encaminan al empobrecimiento generalizado de las poblaciones trabajadoras. Estamos en manos de las grandes
multinacionales y fondos de inversión, que nos gobiernan por medio de la Unión
Europea y la Monarquía Borbónica. Desde ambas instituciones, el poder político garantiza
la permanencia de todos los tics, leyes y aparatos y castas franquistas que nos
siguen dominando.
Los partidos políticos bajo el régimen
monárquico viven como su enorme burocracia a costa del estado, asegurando el
poder real de las grandes empresas depredadoras e impidiendo el progreso y el
avance social y democrático. Son una herramienta básica al servicio de las
grandes empresas, tal y como estamos viendo ahora en nuestra región,
especialmente con las energéticas que campan a sus anchas; ahora, invierten en instalaciones
de energías renovables, placas solares que se extienden como hongos en el
territorio extremeño, generalizando y normalizando, una lenta pero importante a
futuro, destrucción de la producción, arrancando viñas y olivos, con pocos beneficios,
en todo caso muy pasajeros para los extremeños y extremeñas.
Además, hay algo que se analiza poco y es
que las Comunidades Autónomas y el mundo rural tienen muchas dificultades para
cambiar, no ya porque sus gobiernos hagan pocos esfuerzos y se encuentren a
gusto con el estado en el que están las cosas, sino porque dependen en buena
medida de los presupuestos estatales y de las competencias legislativas que les
atribuye el Estado. Esto sin contar los caciquismos y oligarquías locales muy
activos y conservadores que salvo pocas excepciones giran en torno a las burocracias
políticas de las corporaciones locales y comunidades autónomas.