La
Constitución Española, en su artículo 47 se refiere al derecho a disfrutar de
una vivienda digna y adecuada, pero hace tiempo que este derecho colisiona con
el libre mercado, es decir, con el hecho de que la vivienda es un negocio por
encima de todo. Ante el cumplimiento práctico del artículo en cuestión el
gobierno progresista es incapaz de darle solución.
Del
mismo modo, carece de valor práctico el párrafo constitucional que señala “Los
poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las
normas pertinentes para hacer efectivo este derecho (a la vivienda), regulando
la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la
especulación”.
A
lo largo de los años se viene poniendo de manifiesto la insensibilidad de los
gobiernos para atender las necesidades de recursos habitacionales que sufren especialmente
los grupos sociales más pobres; de este modo, el derecho a la vivienda, el derecho
a tener un techo al que poder llamar hogar encuentra serias dificultades, no se
puede realizar sin tener que empeñar en ello una parte del salario y sin miedo
a que te expulsen de un día para otro.
Las
viviendas que se construyen suelen ser muy pocas ante el número de familias
solicitantes y, en algunos casos, siguen hasta su adjudicación definitiva un
periplo sinuoso y complicado que dura varios años, desde la planificación inicial,
proyectos, construcción, paradas y vuelta a comenzar, retrasos, lentas
adjudicaciones, etc. La crisis de la vivienda que afecta especialmente a los
sectores sociales más débiles económicamente está creando poco a poco una ola
de indignación a la que ninguna administración pública da solución.
El
derecho a la vivienda al igual que el derecho a la salud y a la educación tiene
que ser universal, gratuito y de calidad. Lo cierto es que mientras la vivienda
siga siendo una mercancía será imposible alcanzar este derecho. La gente debe
tener en el horizonte que el acceso a la educación y a la sanidad se
consiguieron después de muchas movilizaciones sociales, el derecho universal y
gratuito a una vivienda digna se conseguirá en la medida que se siga el mismo
camino.
Que
nadie espere que quienes dirigen las administraciones públicas por su propia
iniciativa van a plantear soluciones a este problema, se moverán cuando vean como
la gente se organiza y reivindica. Al contrario, harán todo tipo de discursos
para quitar las ganas de pelea y movilización y fomentando que la gente espere
pacientemente en sus casas. ¿A qué?
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