La historia de las luchas
de los pueblos y la dinámica de avances y retrocesos de las clases sociales reflejan
el papel político de los gobiernos, socialdemócratas o conservadores. En
nuestro caso, el reformismo en el poder siempre ha sabido detener y normalizar mejor
que nadie los avances de las clases explotadas y oprimidas. Por eso, en esta coyuntura,
el movimiento campesino tiene que andar con pies de plomo y no confiar en
absoluto las promesas del ministro reformista Planas.
Las propuestas del
ministro de agricultura convencen poco a los agricultores. El ministro Planas,
ha anunciado planes de apoyo y otras medidas que por lo pronto son solo
palabras; no valen nada hasta que las aprueben sus jefes político en la Comisión
Europea, que además, deben recibir el
visto bueno de los amos del cortijo, es decir de quienes manipulan y manejan verdaderamente
el negocio agrícola, en sus facetas industrial y comercial, es decir, las
multinacionales, los fondos de inversión y las grandes superficies y empresas
de distribución que son las que ejercen el poder político y económico sin
participar en las elecciones, sin discusión ni debate.
El ministro Planas no se va
a mover fuera de los planteamientos políticos y económicos de la UE que en este
período histórico juzgan prioritario acabar con las pequeñas y medianas
explotaciones agrícolas, eliminar la soberanía alimentaria de los pueblos y dejar
el terreno libre para que penetren, apropiándose de tierras y producciones las grandes
explotaciones agrarias, los grandes fondos de inversión y las multinacionales que
producen y venden las materias primas que necesita el campo.
Uno de los mecanismos con
los que maniobra la UE es la aplicación de la agenda 2030; otros, son los
acuerdos comerciales con terceros países y entidades supranacionales. En este
orden de cosas, hay que encajar el viaje del presidente del gobierno a
Marruecos para tranquilizar a la monarquía alauita ante las protestas de los
agricultores españoles. Entre los acuerdos anunciados por la prensa, se concederá
luz verde al canje de licencias de conducir de ciudadanos marroquíes para
transportes de mercancías y viajeros sin que tengan que someterse a ningún tipo
de examen en España.
En cuanto a la Agenda
2030, presentada como instrumento para frenar el cambio climático, como barrera
a la eliminación de la biodiversidad y en general, herramienta para evitar la
destrucción de la naturaleza. Todas estas ideas quedan desmanteladas por las
propias necesidades del sistema de producción capitalista. La ganancia, el
beneficio, como motor necesario para su reproducción es el ingrediente que rompe
todos los reglamentos y leyes escritas, todas las normas que en este sentido
conservacionista han aprobado parlamentos, congresos y gobiernos. La tasa de
ganancia se impone como imperiosa supervivencia material que no se detiene ante
la destrucción de las fuerzas productivas, destruyendo la naturaleza y la vida
humana.
Hay quienes se empeñan en
considerar la movilización y lucha de los agricultores como una tendencia a
acrecentar un proyecto al servicio de los poderes políticos y económicos más
conservadores y carcas. Sin embargo, sin descartar núcleos minoritarios con ese
tipo de propósitos, consideramos que el conjunto global de las movilizaciones
que están ocurriendo son una reacción ante el intento de acabar no sólo con cierto
tipo de explotaciones agrarias y ganaderas, sino que también, dar un golpe para
ir finiquitando el mundo rural; los recortes previstos por Europa se
materializan por el aparato estatal y regional en la reducción de los presupuestos
destinados a los servicios públicos, en carreteras, colegios, centros sanitarios
y en otras infraestructuras físicas. Lo que se produce en el mundo rural puede
venir perfectamente de fuera y más barato. La burguesía española y europea no
necesita al mundo rural sólo le acarrea gastos extraordinarios que se quiere ahorrar.
Para este fin trabajan los aparatos estatales y regionales, unos por acción y otra por omisión contribuyen
al vaciamiento demográfico de nuestros pueblos; son buenos servidores de ricachones
apoltronados en los sillones de los consejos de administración de las entidades
financieras, de las empresas energéticas, y de otras corporaciones
transnacionales.
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