Quien pueda seguir las noticias regionales de canal Extremadura TV o la
prensa escrita de ámbito regional, puede comprobar cómo se ha impuesto un
criterio informativo herméticamente monolítico en todo lo
relacionado con el ámbito socio-político que afecta a la Junta de Extremadura.
Las propuestas sanitarias, educativas y culturales, las previsiones inversoras
y perspectivas empresariales del gobierno regional inundan las noticias que
vomita especialmente el canal televisivo en todas sus sesiones informativas.
La mayoría de las crónicas que se publican ofrecen una visión de futuro extraordinario
prometedor y halagüeño gracias a Vara y a sus hombres. La fachada informativa
oficial se presenta con unos puntos de vista que no implican ningún tipo de
disenso, sino todo lo contrario, a veces superan los límites del éxito
político, racional y humano, a los que puede aspirar un gobierno. No hay opción
a una información alternativa, diferente, a las que nacen del gobierno regional
y sus portavoces.
Sin embargo, los extremeños y extremeñas estamos impacientes y
desconfiados de todo lo que se nos advierte acerca del futuro de nuestra
región. La experiencia nos ha llevado a
la desconfianza porque lo prometido se diluye en el tiempo. Ningún mecenas ha
venido de modo generoso a impulsar el desarrollo y el progreso del pueblo extremeño.
Todo lo que se establece y consolida en el territorio extremeño se hace con el
aprovechamiento de nuestro suelo, nuestros presupuestos, nuestros recursos
naturales, y el sudor de nuestra fuerza de trabajo.
Al margen de lo que difundan los medios de comunicación escritos,
radiados y televisivos, el panorama político general de la región extremeña
viene definido por un sentir popular de desconfianza, desmovilización y
atomización de la militancia crítica.
Algunos rasgos que nos atrevemos a señalar: Un escepticismo en la clase empresarial
regional que para obtener más ganancias en el marco de la crisis establece con
plena libertad unas relaciones laborales intensamente explotadoras de la fuerza
de trabajo; una desconfianza en un gobierno regional que vive en un mundo fantasioso
y alejado de la población trabajadora, confiado en el éxito electoral que le
darán sus proyectos industriales; un recelo e incredulidad sindical, por la
actitud de parálisis de unos sindicatos más interesados en buscar la placentera
sombra del poder político regional.
Tampoco hay que dejar de lado la contribución al sentir popular del
comportamiento de los partidos políticos más importantes de la región, PSOE,
PP, CS, VOX, UP. Por un lado, la actitud de subordinación a Madrid de todos
ellos, implica que en comparación con los diferentes territorios del estado
español ocupemos unos porcentajes elevados en los niveles del desempleo, de la
pobreza y la exclusión social.
En segundo lugar, los reproches y enfrentamientos inútiles entre los
políticos en la Asamblea de Extremadura y en otros foros municipales y
provinciales forman parte del teatro de la democracia, son una pieza del
espectáculo que trata de deleitar al pueblo en su amodorramiento, sin buscar ni
examinar soluciones efectivas a las necesidades de la población, como el
empleo, la vivienda, la cultura, la educación, los suministros básicos y otros
asuntos de primera importancia para la población.
Por último, en colaboración con los medios de comunicación regionales
más importantes, de mayor difusión, contribuyen a la defensa y estabilidad del
tablero de la pseudodemocracia, dando plena cobertura a la estabilidad y
persistencia del corrupto régimen monárquico.
No hay libertad de prensa, porque a la clase dominante, empresarial y
política no le interesa que haya medios alternativos en nuestra región que
puedan dar otra opinión e información que sobrepase los límites del marco
político del régimen democrático burgués, de aquí que la libertad de expresión
esté enormemente restringida a favor de la clase dominante extremeña.