Se acaba de firmar un
acuerdo de la Junta de Extremadura con una serie de entidades financieras por
el que se van a conceder préstamos en condiciones blandas a quienes se vieron
afectados por las consecuencias de la borrasca Efraín. Las cantidades que se
concederán son préstamos que oscilan desde los 12.000 euros por vivienda a los
20.000 euros por explotación agrícola o mercantil, que deberán pagar en 36
meses y con una comisión de apertura del 0,5 %. Las condiciones blandas las
entendemos por intereses bajos, inferiores a los habituales del precio del
dinero en el mercado.
No se dan a conocer los
acuerdos de la Junta de Extremadura con los Bancos, pero es de presumir que los
préstamos van a ser financiados por la Junta de Extremadura con dinero público,
a pesar de todo no faltan las comisiones. La población conoce que las entidades
financieras no tienen nada de generosas y en donde ponen sus zarpas de rapiña es
porque ven negocio, y ahora no iban hacer una excepción.
El presidente de la Junta
dice, y se queda tan satisfecho, que estos préstamos son una buena medida para
evitar demoras en la reparación del daño puesto que la tramitación de las
medidas oficiales procedentes del Estado y entidades aseguradoras tardan y es
bueno que los afectados actúen lo antes posible. Nos viene a decir que las cosas
de palacio van despacio, y en ese interín hay que dar posibilidades de negocios
a todos los buitres del dinero.
El propio presidente pone
de manifiesto la ineficacia y la lentitud con la que llega el auxilio del
Estado. La prioridad la tiene la Banca que corre rauda y veloz a un negocio en
el que va a poner en circulación unos créditos que creará artificialmente de la
nada, sobre la base del ahorro público, asegurados por los avales de la Junta,
y cobrando comisiones y unos intereses que en buena medida procederán de los
presupuestos regionales.
En todo caso, es en estos momentos cuando se
pone de manifiesto la necesidad de una Banca Pública Regional cuyo objetivo
fundamental sea el servicio público a la población extremeña, y sobre todo,
necesitamos un gobierno regional que debiera haber actuado directamente, sin
intermediarios, con más rapidez, con las ayudas económicas suficientes, tanto
en la reparación de los desastres materiales provocados en las viviendas como
para poner nuevamente en pie a los negocios que han quedado arrasados por la
borrasca