Aunque las riquezas y los
bienes sociales son producidos por la clase obrera, las
Instituciones de la Sociedad Burguesa premian y condecoran a quienes se
enriquecen con él sudor y la plusvalía generada por aquella. En breve serán condecorados explotadores de cientos de obreros. La
mentira y el engaño valen para dar una vuelta a la dura realidad
1.- La ética del
capitalismo es la opresión y la violencia
Las crisis periódicas que
sufre el capitalismo se han agudizado radicalmente con las políticas que está
aplicando el imperialismo norteamericano y la OTAN que se vuelven como un
boomerang sobre las clases trabajadoras y los sectores sociales más humildes.
En el caso español como en el resto de los países occidentales, nuestro gobierno acepta sumisamente el papel de protectorado que nos impone el gobierno norteamericano. .El resultado es el incremento del empobrecimiento generalizado que estamos sufriendo las clases
populares a consecuencia de los recortes públicos y de la inflación de los
precios de los productos básicos para la vida que imponen las burguesías a sus
pueblos.
Pero no dejemos de lado
que la raíz de las diversas formas que adopta la violencia de las políticas de las
clases ricas sobre las clases oprimidas en las sociedades capitalistas está en
la propiedad privada de los medios de producción y en la apropiación de los
bienes y servicios socialmente producidos. El capitalismo lleva en su seno los
valores y la ética de la opresión y de la violencia contra quienes sólo
dependen de su fuerza de trabajo.
2.- El Estado es la
dictadura de la burguesía.
La legalidad burguesa está
amparada materialmente por el Estado que asegura y da vía libre para que los
bienes y servicios producidos se transfieran y sirvan para el enriquecimiento
obsceno de una minoría social. El Estado es el instrumento en manos de los
grandes monopolios que asegura y garantiza las diferentes formas de violencia y
organiza el saqueo a la población, la destrucción del ser humano y de su
entorno.
Los diferentes aparatos
del estado, administrativo-político, judicial, policial, mediático y militar desarrollan
y legitiman el control social y las múltiples agresiones contra los derechos
colectivos, las libertades fundamentales y las necesidades vitales de los seres
humanos, reduciendo o eliminando el acceso a cuestiones básicas para la vida
como el empleo, vivienda, alimentación, espacios públicos, bienes comunales,
etc.
La violencia legalizada y
consentida por las leyes y el parlamentarismo de las democracias-burguesas se
ejerce cada día sobre miles de personas que no disponen de medios para un
mínimo bienestar, que viven angustiados y en la incertidumbre por la pobreza, atacados
por la depresión, y por otras circunstancias negativas que condicionan la vida.
3.- Algunos elementos de
la violencia de las instituciones.
El Estado no da solución
a los derechos humanos, aunque tiene medios para ello. Los
gobiernos ocultan que la abundante riqueza social producida por la fuerza de
trabajo del obrero es más que suficiente si se quisiera acabar con todas las miserias
y penurias derivadas del desempleo y de la precariedad laboral.
Así, la violencia, a
pesar de leyes, reglamentos, normas constitucionales y grandes declaraciones de
insignes políticos que hablan y hablan sobre derechos humanos, está impresa
casi de modo permanente en hechos que diariamente aparecen delante de nuestra
vista; Una manifestación explícita de la misma es la que se ejerce sobre
familias enteras que hacen su vida en una habitación o en condiciones
habitacionales marginales pasando miserias y fatigas porque carecen de espacios
adecuados para una vida digna.
Además, no se entiende
por qué la Consejería de la Vivienda de la Junta de Extremadura mantiene un
castigo y un asedio habitacional cuando no entrega viviendas ya concedidas a
familias en situación desesperada, que llevan esperando la entrega de llaves
varios meses, a pesar de que ya tienen los documentos en donde se refleja la
concesión oficial de los pisos. ¿A qué espera la Junta para entregarles las
llaves de modo definitivo?
De igual modo, la
violencia institucional es la que está ejerciendo la administración regional cuando
cierra los ojos ante las necesidades habitacionales de cientos de familias y no
quiere o no se atreve a tocar los pisos en manos de entidades bancarias o
fondos de inversión que los tienen abandonados y en proceso de hundimiento y
derrumbe. Tampoco, tiene interés la
Junta de Extremadura en poner en marcha una verdadera política de
construcciones de viviendas sociales para familias con bajos ingresos. Todo se
deja para el beneficio y la iniciativa privada.
4.- La violencia laboral en
las industrias de Tierra de Barros.
Desde que la burguesía rompió todas las limitaciones que arrastraba el sistema
feudal en contra del lucro económico y la competencia, aquella no ha cesado de
acaparar y acrecentar la posesión de tierras, riquezas, patrimonios e inmensos
privilegios a base de apretar más y más la soga al cuello de los oprimidos que
sólo tienen la propiedad de su fuerza de trabajo.
La cultura burguesa cuyas señas de
identidad son la ganancia y el beneficio se ha expandido en el espacio y el tiempo,
a la vez que ha ido perfeccionando todos los procedimientos de explotación y
opresión al obrero para conseguir la mayor apropiación de la plusvalía. Así,
aparecen y tienen su presencia hoy día estos procesos en las industrias más
poderosas de la zona de Tierra de Barros.
En regiones como la
nuestra con poco desarrollo industrial y con muchas dificultades para poder
acceder a un trabajo estable y bien remunerado se dan las condiciones propicias
para una intensa explotación salarial. Además, la violencia laboral en la
región extremeña se ve reforzada por la actitud de la administración pública
encargada de las labores de inspección y vigilancia en los centros de trabajo. Por
cierto, sólo se conocen denuncias de inspecciones a los trabajadores autónomos
y pequeños empresarios.
Cuando algunos obreros de las industrias
del vidrio o del aluminio nos describen cómo las empresas imponen un trabajo
asalariado que alcanza niveles cada día más insoportables, en unos casos por
las condiciones ambientales de las instalaciones en donde es difícil respirar
adecuadamente, en otros casos con horarios que no se ajustan ni mucho menos a
los convenios, con la realización de horas extraordinarias que no tienen una
adecuada recompensa, o con una presión psíquica en el trabajo que viene a ser
traumática y difícil de asimilar que tiene una influencia importante en
comportamientos depresivos, emocionales, con dificultades para un descanso apropiado,
etc. Por cierto, son empresas en las que no sabemos por qué motivos escasean o
no hay mujeres trabajadoras en sus instalaciones, etc.
Los trabajadores destacan la explotación
laboral sin tapujos, así como describen escenarios laborales tremendos que
pueden tener una influencia muy negativa en un futuro no muy lejano sobre su
salud y en su propia existencia vital. A los dueños de los medios de producción
por lo que parece esto les preocupa poco. No obstante, aparecen falsamente como
los creadores de empleo y son premiados por las instituciones burguesas.
5.- Las instituciones
oficiales y los sindicatos más representativos al servicio de la patronal.
En anteriores escritos pusimos de manifiesto
cómo la intervención de la administración regional y la presencia sindical en
la vigilancia y denuncia de las condiciones laborales en algunas empresas muy
concretas deja mucho que desear, apenas existe. Por lo que poco se
puede esperar de los sindicatos representativos en estas empresas de Tierra de
Barros que están anclados y forman parte de la estructura del régimen político
regional; no tenemos dudas de que no forma parte de sus intereses sindicales,
ni están en condiciones ni se atreverán a dar el mínimo paso de rebeldía
necesario que empuje a la clase explotada contra esta abusiva dominación
laboral.
Asuntos muy concretos revelan la
ineptitud y paralización profesional y política, no sabemos si voluntaria o no,
de la inspección de trabajo, del gobierno regional y de los sindicatos. Esta
omisión en el control de las condiciones laborales llega a tales niveles que
los cursos de formación se hacen en horarios de descanso de los trabajadores
cuando de acuerdo a la ley de prevención y riesgos laborales debieran hacerse
en horas de trabajo. Pero nadie dice nada.
6.- La necesidad de rebelión de la clase
obrera.
La clase dominante, los propietarios de
estas grandes empresas están muy tranquilos y satisfechos en sus puestos de
mando obteniendo pingües beneficios económicos sin que exista la más mínima chispa
de rebelión de la clase trabajadora. La placidez empresarial y la satisfacción
para continuar incrementando capital y
patrimonio no se altera aunque las condiciones de trabajo se
deshumanicen más y más, las adaptaciones salariales estén por debajo de la
inflación y el trabajador encuentre más dificultades para el mantenimiento de las
condiciones de vida.
La justificación de la pasividad de la
clase obrera para no reaccionar ante el desprecio moral de los dueños de los
medios de producción y la apropiación descarada de la inmensa plusvalía
producida se justifica por las circunstancias personales y por otros motivos
psíquicos-sociales que condicionan y coaccionan mentalmente la propia
conciencia individual del obrero haciéndole creer que se tiene un nivel de vida
más o menos aceptable. E incluso, en algunos casos, con palabras de
agradecimiento para su maltratador porque, éste, “con su bondadoso y arriesgado
esfuerzo me está dando de comer todos los días”.
Lo que más debe doler de todo esto a la
clase obrera es que estos empresarios que se han enriquecido y multiplican sus
bienes y patrimonios a base de imponer unas condiciones laborales que arrebatan
sin misticismo el trabajo producido con su sudor sean premiados por todo tipo
de autoridades, municipales, regionales y nacionales, que además son
consentidoras y conocedoras de la violencia laboral que se ejerce en el
interior de las instalaciones de estos empresarios tan cotizados.
Sin embargo, como la propia historia nos
demuestra estamos seguros que todo maltrato laboral antes o después tiene su
límite, y llegará el momento en que los verdaderos productores de la riqueza den
el paso de lucha contra la opresión a la que están sometidos.