La hipocresía de nuestro gobierno regional con los premios, las ayudas y subvenciones públicas a los grandes explotadores burgueses. La necesaria unidad de la clase obrera extremeña contra la explotación salarial.
Una vez que en la historia de la humanidad comienza a desaparecer la propiedad comunal y se impone la propiedad privada es la clase burguesa la que domina y controla los medios necesarios para la producción de los bienes y servicios, la que impone su cultura, sus modos de hacer y producir, sus ideas y las formas en las que se comunican esas ideas a la sociedad.
En la región extremeña es el Sr Fernández Vara como mayor representante político de la democracia burguesa, cumple las funciones de principal defensor de las ideas y culturas que aseguran que una amplia mayoría de la población acepte con naturalidad la dictadura del capital. Un comunicador que a lo largo de la legislatura no ha dejado de anunciar grandes oportunidades para una región que lentamente se hunde entre tanta palabrería e imaginativas perspectivas de progreso.
La administración regional en manos de sectores de la pequeña burguesía acompaña y satisface con sus iniciativas los deseos de la burguesia regional y de los grandes capitales nacionales e internacionales que están afincados o buscan hacer negocios en la región. Por norma general, los intereses globales del capital se deciden en el aparato del estado en Madrid y se imponen en Extremadura.
A la búsqueda de Mecenas, Fondos de Inversión y Multinacionales
El gobiernillo regional no tiene políticas propias porque consume muchas de sus energías en la búsqueda de mecenas o de grandes multinacionales para que vengan a invertir a nuestra región lo que contrasta con el abandono de actuaciones dirigidas al aprovechamiento de los recursos de nuestro territorio, con el objetivo de la creación de un potente sector público extremeño que sirva de base y apoyo a quienes se dedican al trabajo autónomo o a las empresas extremeñas de bienes y servicios.
Quienes dirigen el aparato del estado, tanto el central como el regional, no se complican la vida en conformar una propiedad pública y colectiva de los medios de producción en la economía extremeña, todo lo contrario, privatizan y sólo confían en la iniciativa privada, y en los criterios que nos marcan los dueños del dinero, banqueros, fondos de inversión, grandes empresarios y multinacionales.
El ruido mediático de las grandes inversiones productivas y de ocio
En los último años se multiplican las informaciones en los medios de comunicación regional de grandes inversiones centradas en el ocio y la producción. A pesar de esta estrategia basada en tanto ruido y alboroto mediático no se consigue romper las barreras mentales de nuestra desconfianza en unas clases dirigentes que a lo largo de la historia nos han llevado por el camino de la explotación, el atraso, la mentira y la emigración.
El individualismo frente a lo colectivo
Otra particularidad cultural propia del sistema de la propiedad privada es el elogio al individualismo y la consideración de que el avance social proviene de la inteligencia y el buen hacer de personalidades; sin embargo se deja de lado, se desprecia lo colectivo, todo lo que huela a comunal, cuando son los colectivos sociales quienes con su trabajo generan la riqueza y el capital.
Esta concepción cultural del mundo está muy asumida y extendida por quienes están al frente de las instituciones extremeñas. Además, estas ideas se quieren reforzar hipócritamente de veracidad premiando a grandes explotadores, a los que se les nombra con títulos de empresarios ejemplares, emprendedores del año o con otras credenciales de designación burguesa, a la vez que se les inyectan subvenciones y ayudas públicas millonarias para que prosigan con su enriquecimiento a costa del sudor y de la vida del pueblo trabajador extremeño.
La dura explotación laboral de la clase obrera extremeña
El camino trazado en tiempos pretéritos por aristócratas, rentistas, terratenientes y señores feudales, propietarios de la tierra y de las haciendas, nos abocó directamente al subdesarrollo. En siglos posteriores, no conseguimos superar una buena parte de aquel estadio para alcanzar un nivel similar de desarrollo económico-social a otras regiones del estado español.
Todo el proceso histórico ha condicionado que en la actualidad los capitalistas encuentren muchas facilidades para seguir apropiándose como sanguijuelas hambrientas de la fuerza de trabajo extremeña.
La explotación y el hecho de que se acepten con extraña normalidad injustas decisiones patronales se fundamentan en la poca organización, la baja capacidad de lucha a la que nos han llevado los sindicatos de la monarquía con la continua desmovilización del movimiento obrero.
Los trabajadores más concienciados comentan privadamente las duras circunstancias laborales o medioambientales en las que desarrollan su actividad. La insaciable voracidad del capital no para en sus intentos de conseguir en el menor tiempo el mayor beneficio posible.
Son habituales las críticas que exigen más presencia en los centros de trabajo de la Inspección de Trabajo y de una acción sindical más contundente. El comentario general es que sería necesario una mayor presencia, rigor e intensidad en la vigilancia del cumplimiento de los convenios colectivos o del propio Estatuto de los Trabajadores.
En algunos casos, es urgente la intervención de estas instituciones y organizaciones sindicales en empresas concretas, en dónde se dan unas condiciones ambientales que no son las más adecuadas para la salud de los trabajadores. Las direcciones empresariales y sus esbirros se aprovechan del miedo del trabajador a perder su puesto de trabajo puesto que hay que alimentar a una familia.
La plusvalía favorecida por la pasividad organizada
La pasividad obrera es una buena noticia para el poder político y la burguesía que de este modo no le resulta difícil imponer unas duras condiciones laborales que le proporcionan buenas plusvalías y su continuo enriquecimiento.
La plusvalía es la parte del trabajo realizado por el obrero que no se paga. Marx la puso de manifiesto a pesar de estar oculta en los profundos mecanismos de la producción y distribución de mercancías. El capitalismo necesita el plusvalor como una droga para sobrevivir y seguir reproduciéndose; viene a ser como un narcótico del que siempre se está insatisfecho y cuyo afán por disfrutarle permanentemente provoca las tremendas contradicciones que aceleran la inestabilidad y las crisis de la producción capitalista.
La clase obrera extremeña tiene que superar las limitaciones al desarrollo de la lucha de clases, y oponer resistencias a la dominación brutal de la clase burguesa, necesita una organización obrera fuerte que desarrolle la conciencia de clase, y la lucha contra la explotación, y en general, denuncie las ocasiones en las que se quebrantan las propias normas concertadas entre el trabajo y el capital.
La plusvalía que rapiña el capital aumenta cuando se regatea hasta el infinito para no pagar los salarios de los convenios o los que están regulados a partir del salario mínimo interprofesional, cuando se firman nóminas en las que aparecen menos horas de las reales, cuando se realizan horas extraordinarias establecidas de antemano que ahorran empleo a otros trabajadores, y cotizaciones a la seguridad social, o cuando se dan unas condiciones ambientales deplorables para la salud y la vida o cuando se siguen criterios diferentes en las asignaciones de las peonadas, los salarios, horarios, cotizaciones a la seguridad social, subsidios agrarios, etc. que tienen por objeto fragmentar y dividir para anular toda posible unidad obrera.
El sector del vidrio, del aluminio, del metal, de la sanidad, de la agricultura, de la educación, etc. tienen a una población trabajadora honrada y honesta, personas que son conscientes de sus derechos, pero sin una conexión y una unidad entre todos los sectores. La producción es social, pero los beneficios de esa producción no llegan ni mucho menos a todos, no se socializan, quedan en manos una minoría.
Desde Extremadura Digna y el PSLF queremos trabajar para modificar las estructuras políticas que hagan posible que los beneficios de la producción social lleguen a todos los sectores sociales, lleguen al conjunto de la sociedad. Queremos aportar nuestro granito de arena para crear órganos de poder al servicio de la clase obrera y del pueblo trabajador, para que sirvan para organizarse y enfrentarse al aparato del estado capitalista que legaliza como estamos viendo en la actualidad el empobrecimiento generalizado del pueblo trabajador.