jueves, 24 de febrero de 2022

LA GUERRA ECONÓMICA DESATA LA GUERRA. NI OTAN, NI BASES. CONTRA EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS

 

La primera ronda de sanciones económicas contra el gobierno de Putin, comienza por la decisión alemana de paralizar el oleoducto Nord Stream 2 entre Rusia y Alemania sin pasar por Ucrania. Instalación en la que la empresa rusa Gazprom ha invertido casi 10.000 millones de euros, suministro que acabaría con la venta de gas norteamericano (mucho más caro), traído en barco a Europa por las multinacionales USA.  Suministros multimillonarios que es mucho más caro y que afectará al precio del gas, y por extensión del petróleo y de la electricidad en toda Europa.

 Sanciones que continúan con medidas destinadas al aislamiento económico de las entidades financieras rusas, bloqueando además la financiación en el mercado internacional de capitales de su deuda exterior.

 En palabras de Biden, Presidente norteamericano, el objetivo es “aislar al gobierno de Rusia de la financiación occidental, ya no puede recaudar dinero de Occidente ni puede canjear su deuda en los mercados europeos”. Sanciones encadenadas, que son la respuesta de las grandes potencias occidentales al reconocimiento por el parlamento ruso de las repúblicas pro rusas de Ucrania.

 El gobierno de Boris Johnson, en Gran Bretaña, ha sido el primero en establecer sanciones contra los “oligarcas rusos” que forman “el corazón del círculo íntimo de Putin y de sus bancos”, con la exigencia de que los rusos retiren las fuerzas militares de sus propios territorios.

 La guerra económica de las grandes potencias que azuza el conflicto armado ha disparado por lo pronto el precio del petróleo y del gas. El barril de petróleo está próximo a los 100 dólares, y el gas puede multiplicar también su precio. La destrucción y posterior control del mercado energético internacional, del gas, del petróleo y la electricidad por los EEUU es, en sustancia, el primer móvil de la guerra.

 Los trabajadores y pueblos de España no quieren la guerra imperialista, que afecta a Europa y a todo el mundo, de la misma manera que rechazan abiertamente la presencia de bases militares USA, y los gastos de armamento impuestos por la OTAN.

 De ninguna manera somos neutrales ante la guerra. La guerra imperialista, como la que las grandes potencias pretenden llevar a cabo en las fronteras de Rusia, es la continuidad de la opresión y de la explotación en todas las partes del mundo.

 Las grandes potencias vuelven a practicar, después de dos guerras mundiales que masacraron la humanidad, las mismas políticas militaristas de destrucción económica, y ello por el hecho de que su poder y sus negocios están en crisis y en abierta contradicción con las justas reivindicaciones de los trabajadores y con el mismo progreso de la humanidad.

   A 41 años del golpe político y militar del 23F, (que vino a imponer las exigencias monárquicas y capitalistas, de la UE y de la OTAN, a los partidos que forman parte del consenso constitucional), la guerra imperialista, de la que participa el gobierno de coalición, debe ser combatida con la más amplia movilización, que  debe ocupar, conjuntamente con las principales reivindicaciones sociales y políticas, el primer plano de la lucha social y política, en defensa de los derechos democráticos y sociales:

 Es la hora de la movilización contra la explotación y la guerra. No se puede permitir que en medio de la recesión económica se empleen ingentes cantidades de dinero en la compra de armas y en el mantenimiento de un ejército para la intervención imperialista contra los pueblos del mundo. Por todo ello hay que exigir un pronunciamiento a las Cortes Generales contra la guerra, por la anulación de las sanciones y por el levantamiento del cerco militar a Rusia que sólo perjudicará a los trabajadorxs y sectores sociales más humildes