El espionaje, es decir el Estado policial, se ha superpuesto a todos los asuntos de la crisis política, agravando todas las cuestiones.
Cuando en 1995 el diario El Mundo destapó el caso de las
“Escuchas del CESID”, se puso de manifiesto que el espionaje era un modo
habitual de funcionamiento del aparato de Estado, donde se grababa a todo el
mundo y, en particular, a políticos, empresarios, periodistas..., y a los
mismos miembros de las instituciones. Espionaje sistemático, que -según
declaraciones de la época del que fuera presidente de Gobierno, Felipe
González- se enteró del asunto por la prensa, como también manifestó que se
enteró por la prensa de la corrupción o del Gal.
El Gobierno de coalición de Sánchez ha caído en la misma
trampa, tratando primero de negar los hechos y luego, en un giro fatídico,
sacar a escena a Bolaños -que sirve para todo- para venir a declarar que
también se espiaba al Gobierno en la persona de la ministra de Defensa y del
mismo Sánchez. Hecho éste que se conocía desde hace un año.
Con su maniobra, el Gobierno se ha puesto la cuerda al cuello,
buscando imputar de los hechos a terceras personas de menor rango, a otros
países o a grandes empresas. La negativa del PSOE, como mayoría del gobierno de
coalición, a que se investiguen los hechos en sede parlamentaria le pone contra
las cuerdas ante las demandas democráticas.
El aspecto central de todo ello es la impunidad con la que se
mueven unos y otros. Cuando desde la cúpula del Estado se amasa día a día la
impunidad del rey emérito como jefe que fue de la Casa Real y del mismo Estado,
el aspecto más relevante es el de la complicidad de quienes gobiernan, en la
medida que hacen uso y abuso de dos discursos: de una parte, van de supuestos
demócratas, y de otra, colaboran con todas las formas de sostenimiento de las
instituciones fácticas heredadas de la dictadura contra la población.
La opacidad sobre los asuntos fundamentales se fomenta con el
hecho de que es el mismo gobierno quien se encarga de establecer en la vida
política e institucional qué es secreto y qué no lo es, negando a las Cortes Generales,
que formalmente representan la voluntad popular, la capacidad para conocer y
resolver los principales problemas.
Es el Estado profundo heredado de la dictadura, formado por
una red de poder político, judicial, económico y policial..., que representa el
régimen de la Monarquía, lo que realmente está en cuestión con esta crisis
política de Estado.
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