La guerra de Ucrania está induciendo a la carrera armamentista y en consecuencia, al incremento de los presupuestos de guerra de la mayoría de los países occidentales. Alemania, ya lo ha anunciado, rompe el veto que tenía después de la segunda guerra mundial y reconsidera sus limitaciones en materia militar.
El gobierno socialdemócrata español al igual que otros países europeos se verá sometido a una fuerte presión para elevar su presupuesto militar, lo que de producirse conducirá a recortes en materia educativa, sanitaria, atención a personas mayores y en general, en todos los servicios públicos.
Por otro lado, el horizonte de la recuperación económica que se preveía con los tan cacareados fondos europeos oscurece de incertidumbre, pero lo que está claro que no dejará de crecer son las ganancias de los dirigentes de la industria militar.
Las consecuencias previsibles a medio y largo plazo serán muy duras para la población, pero no todos pierden, habrá un incremento de la concentración de la riqueza en manos de los dueños de las grandes empresas eléctricas, del gas, del petróleo, de la fabricación de armamentos, y en general de un puñado de oligarcas. En la ruina y en la quiebra caerán miles de pequeñas y medianas empresas españolas y europeas, industriales y agrícolas.
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