El proceso de adaptación que
lleva a cabo el modo de producción capitalista para superar la crisis y entrar
en una nueva fase expansiva tiene sus repercusiones en el espacio de
explotación que es Extremadura. La modernización digital, la automatización, y el
capitalismo verde que se quiere impulsar con los fondos europeos va a pasar de
largo de colectivos que en un futuro inmediato van a tener que soportar un
incremento de la violencia
económica después de haber escuchado tantas promesas de progreso y desarrollo
económico y social.
El futuro económico que nos
prometen con los NGEU no está tan claro como nos quieren hacer ver. Según el
último informe de OXFAM que toma como referencia los estudios de instituciones como
el Banco Mundial, el FMI o el Credit Suisse, no
superaremos los incrementos de la pobreza ni mejoraremos nuestros niveles de
vida anteriores a la pandemia ni siquiera en 2030.
A pesar de todo, los fondos
europeos (NGEU) están generando un desenfreno de ilusiones en nuestros políticos
que no falta un día en el que nos detallen imaginarias “plataformas de lanzamiento
hacia el progreso y el desarrollo de nuestra comunidad.
En esta idea se ha insistido en
FITUR. En la feria internacional de turismo ha sido enorme el despliegue y afán
de los gobiernos locales y del regional por ofrecer un marco de potencialidades
turísticas: ambientales, culturales, gastronómicas, históricas, etc. Casi al
mismo tiempo, la consejera de la vivienda no ha perdido el tiempo y ha informado
de todo lo positivo que se avecina en el sector urbanístico y de la
construcción, especialmente en ciertas facetas relativas a la adquisición y construcción
de viviendas, las ayudas para la mejora de la eficiencia energética de los
edificios y su rehabilitación, así como los presupuestos para las ayudas de alquiler.
No obstante, pese a este amplio marco
de optimismo y de tantas potenciales expectativas, no podemos olvidar la realidad
de una situación económica y social que presenta a miles de extremeñas y
extremeñas con unos déficits exagerados en su bienestar. Los datos sobre los porcentajes
de nuestra población en la exclusión social y en los límites de la pobreza indican
un empobrecimiento generalizado a raíz de la pandemia.
Así, nos encontramos con un número
importante de personas con enormes dificultades para acceder a una vivienda o a
otros derechos sociales, con quienes perciben bajas pensiones no contributivas,
ocho o nueve mil personas que reciben el ingreso mínimo vital o ayudas sociales
con cantidades imposibles para vivir con dignidad, miles de obreros y obreras en
la precarización laboral con contratos temporales o en la economía sumergida, el
crecimiento de la explotación salarial a becarios y alumnos en formación y
prácticas.
Los poderes políticos no pueden
olvidarse de la realidad que subyace debajo de ese edificio que tiene mucho de
ficticio e irreal que se levanta en eventos como FITUR o se construye en las
informaciones de la CONSEJERIA DE MOVILIDAD, TRANSPORTE Y VIVIENDA.
Sin embargo, las señales que nos
envían nuestros dirigentes no nos hacen ser optimistas respecto a que se vayan
a tomar medidas políticas que resuelvan muchos de los problemas que tienen estos
amplios sectores sociales de la comunidad extremeña. Lo único que nos queda es
la movilización y organización como el único camino que nos hace ser optimistas
y pensar que la lucha de clases también puede marcar la agenda y lograr
conquistas importantes.
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