Esta mañana hemos visitado algunos de los lugares en dónde se
construyen las Plantas Fotovoltaicas. Allí, hemos recibido información de los
trabajadores de sus condiciones laborales reguladas por diferentes convenios y en
algunos casos, fuera de convenio, a tantos euros la hora de trabajo (7,5e/h)
sin diferenciación si es Sábado o Domingo, y aguantando temperaturas elevadas
no permitidas por la ley.
También, hemos podido comprobar, una vez más, la buena y
rápida respuesta de los aparatos del Estado a la llamada del capital, lo
que pone de manifiesto el miedo que este tiene a que a los trabajadores se les insinúe
la necesidad de un convenio colectivo único para todo el sector de las Placas Solares
y exigan mejoras en la realización de sus tareas.
El capital no necesita de muchos encargados en los centros de
trabajo para ejercer a la perfección las funciones de seguridad y vigilancia,
además de controlar a los trabajadores en las diferentes ocupaciones.
En los centros de trabajo como en los que se construyen las
plantas fotovoltaicas hay un montón de subcontratas. Las grandes empresas contratan
a empresas más pequeñas y estas a su vez a otras menores. El encadenamiento
generalizado de empresa grande a pequeña es uno de los muchos mecanismos que utilizan
las multinacionales para quitarse problemas de todo tipo, y a la vez para dividir
y someter más fácilmente a la clase obrera entorpeciendo su organización y sus
formas de lucha.
En EXTREMADURA contribuimos a la disminución de CO2, produciendo
cada vez más energía renovable, sin embargo, el precio de la luz sube y sube, asfixiando
a buena parte de la población trabajadora. Las
multinacionales que están inundando el territorio extremeño de instalaciones
fotovoltaicas, Endesa,
Iberdrola, Naturgy, ganan miles de millones de beneficios. Según el diario
digital Insurgente obtuvieron 1.826 millones en menos de un mes, además serán
las que se lleven la mayor porción del tan ansiado dinero procedente de los
fondos europeos, que luego pagaremos con creces la ciudadanía.