El inicio de la campaña electoral para las elecciones autonómicas del día 4 de mayo ha cosechado 30 heridos y dos detenidos en la barriada obrera de Vallecas. Las tendencias a la polarización social y política se han comenzado a poner de manifiesto, agravadas por la falta de medidas eficaces contra la pandemia y sus consecuencias de paro y miseria.
A lo que ahora se suman las dudas acerca de la eficacia de una de las vacunas más utilizadas en nuestro país, negociada por los burócratas de Bruselas en condiciones que se ocultan a la opinión pública, y que levanta todo tipo de sospechas de corrupción en la compra de las vacunas. Las autoridades médicas señalan cómo la vacuna de Oxford crea trombos mortales, y por ello no es apta para determinadas edades, ni para personas que han soportado químio recientemente, por ello pretende cambiar hasta su actual denominación (AstraZeneca). Vacuna que, por las contra indicaciones que genera, hay que buscar la solución adecuada.
Las políticas oficiales de privatización, de fomento de la desigualdad social, de desatención sanitaria, que se han seguido por el Gobierno de coalición, han conducido al extremo del abandono a su suerte de los sectores sociales más afectados, sin que a lo largo de un año se hayan corregido estas tendencias que han contribuido a que seamos uno de los países del mundo donde la epidemia ha causado proporcionalmente más víctimas. Las autoridades políticas y judiciales se desentienden de sus responsabilidades, sin tomar medida alguna que evite la prolongación del drama social.
Las elecciones convocadas por el PP tratan de echar tierra sobre el desastre programado, buscando hacer responsable a la población del caos oficial promovido por la casta corrupta del régimen que, prioriza los negocios y subvenciones para la burguesía a la defensa de los intereses sanitarios y sociales de la población.
Si bien son sólo unas elecciones autonómicas, en ellas se ponen en juego todos los problemas de la crisis política e institucional del conjunto del Estado, y que, por tanto, se desarrollan en el eje de la lucha por las reivindicaciones sociales y democráticas de la mayoría por el cambio político, aspirando a una nueva representación política fiel a sus intereses. Mientras, los partidos del régimen se disponen a un nuevo reparto de poderes y privilegios siempre al servicio de la monarquía y sus banqueros.
Por ello, los acontecimientos de Vallecas no son una mera casualidad, un accidente electoral, sino que los enfrentamientos televisados con heridos y detenidos se inscriben en el cuadro general de estas tendencias fundamentales de la crisis política e institucional: la mayoría social busca una salida política a la situación, y el régimen, sus partidos y televisiones, los criminaliza para defender a los fascistas.
Antes de la llegada del cortejo de dirigentes de Vox al lugar del acto fracasado en Vallecas, la plaza de la Constitución (más conocida como “plaza Roja”), se había congregado allí ya unos mil manifestantes anti-Vox que mostraban con sus banderas, pancartas y consignas su total oposición al acto convocado por los franquistas en su barrio.
Un tupido filtro policial pedía documentación y registraba bolsos y mochilas a los que no eran portadores de simbología facha. Cuando llegan los diputados de Vox, protegidos por un cordón policial, las consignas mayoritarias ahogaban toda posibilidad de que en esas condiciones se pudiera desarrollar el acto convocado, que ya tenía un retraso -según lo programado- de cerca de dos horas.
El cortejo de los franquistas era significativamente menor que el de los concentrados contra ellos. Por ello, Abascal, encabezando su servicio de orden, cargando con porras y cascos, quienes rompen el cordón policial y se dirigen con todo tipo de amenazas hacia los allí congregados, lo que conduce a la policía a cargar violentamente contra los manifestantes. Se provocan de esta manera largos enfrentamientos y agresiones policiales contra periodistas que estaban perfectamente identificados y contra los jóvenes allí congregados. La policía vuelve a respaldar abiertamente, una vez más y ante todos los allí presentes, la maniobra de Vox para así poder salir del cerco establecido por los manifestantes; provocando de esta manera los disturbios que se sucedieron entre la policía y sectores de jóvenes opuestos a las políticas de Vox.
No faltaron las rápidas declaraciones equidistantes -entre los manifestantes y los fascistas- de los candidatos del PSOE, situándose por encima de la realidad, como si viviesen en una burbuja política especial. La presidenta del PP en Madrid, Isabel Ayuso, salió de inmediato apoyando claramente a Vox, de quien puede que dependa directamente su futuro político después de las elecciones.
La actuación policial -dirigida por la Delegación de Gobierno y el Ministerio del Interior en manos del PSOE- se ha convertido en norma política en las calles y plazas de Madrid. Cuando hay riesgo de enfrentamiento de manifestantes contra los grupos fascistas, siempre la policía tiene por norma cargar contra los primeros para proteger a los segundos.
Con ello, los dirigentes del PSOE ponen de relieve que necesitan, como el aire para respirar, la oposición de los franquistas para así aparecer -en el teatrillo especial de la casta corrupta de personajes del régimen- como defensores de la “democracia”, como “socialistas”, tratando con ello de evitar que aparezcan expresiones democráticas y sociales de rechazo a sus políticas entre sectores obreros y populares.
Los jóvenes de Vallecas no son sino parados de larga duración o precarios que no alcanzan a llegar a fin de mes, sus intereses están directamente ligados a las reivindicaciones sociales y democráticas, y así lo expresaron frente a Vox boicoteando un acto que ofende sus intereses más elementales.
Debemos recordar cómo, tratando de desdibujar la realidad -que no es otra que todo lo relativo a la corrupción y abuso de poder de la monarquía-, los dirigentes del PSOE, de Vox, del PP y de Ciudadanos votan conjuntamente en Cortes para tratar de impedir que se conozca la verdad y se juzguen los delitos del poder. Juego que busca someter a la mayoría social a los límites, leyes e instituciones del régimen, cuando sectores obreros y populares buscan una salida democrática y social al callejón sin salida de la Constitución del 78, exigiendo la ruptura con la monarquía y sus políticas de consenso y pacto social.
Los acontecimientos de Vallecas ponen de manifiesto de qué manera las elecciones del día 4 de mayo no se reducen solo a un nuevo intento de reparto del poder entre los partidos del régimen. En ellas aparece también la necesidad de la intervención de sectores obreros y populares, que buscan reorganizarse para encontrar soluciones inmediatas a su situación, en defensa de sus reivindicaciones y aspiraciones.