Espacioindependiente nº 388, jueves 7 de enero, 2021
Los principales responsables políticos del régimen debaten en estos días el “reforzamiento de la calidad democrática” de la Monarquía.
La fuga negociada -al más alto nivel-
del que fuera durante cuatro décadas jefe del Estado ha traído a la política
española una potente señal de alarma que divide de arriba abajo a toda la
sociedad. De una parte, se pretende de la mano del gobierno y de los partidos franquista
ir, ahora, a la reforma de los poderes y privilegios de la Corona, para así
prolongar su existencia; de otra parte, se plantea la necesaria abolición por
las Cortes Generales de la Monarquía como institución antidemocrática, como
heredera de la dictadura y de la impunidad de sus crímenes contra la humanidad.
La corrupción franquista de Estado ha sido una de las claves del periodo político que ahora muestra su total agotamiento. La celebración de la Pascua Militar del día de ayer es, después de décadas, un acontecimiento marcado por las formas y contenidos del franquismo, por muy vinculados a la OTAN, y a países de tradición democrática, que se encuentren sus altos mandos.
Habiéndose conocido
tremendas amenazas de muerte contra la población civil por parte de colectivos
de militares de alta graduación, la prensa resalta el hecho contradictorio de
que el único expulsado por vulnerar el supuesto deber de neutralidad política
del Ejército ha sido un cabo que firmó un manifiesto contra la figura militar
de Franco, cuando se organizó como ceremonia de Estado el traslado de sus
restos del Valle de los Caídos.
El asunto Villarejo
que, en los próximos días comenzará a juzgarse en la Audiencia Nacional,
concita la atención pública en tanto que ha destapado parte de la inmensa trama
de policías, espías, empresarios, y altos cargos de los diferentes gobiernos y
partidos de todos los colores…, moviéndose con absoluta impunidad en el fango
de la delincuencia y de la corrupción de Estado durante décadas.
El enorme archivo de grabaciones, llamadas, reuniones, entrevistas…, de la red Villarejo es una verdadera versión de las relaciones viciadas de quienes detentan y/o colaboran con el poder político y económico, tal y como existe: en crisis y descomposición.
Se trata de un comisario de policía al que los gobiernos del PSOE y del PP han llenado de medallas policiales. Protegido, defendido e impulsado desde las instituciones, hasta que en 2016 se le abrieron investigaciones fiscales, siguiendo la pista de millones de euros escondidos en paraísos fiscales. Su defensa alega que Villarejo fue en sus acciones “una parte de la estructura del Estado”, “que ayudó a los partidos políticos, a los gobiernos, en las misiones que le fueron encargadas como agente encubierto”.
Son muchas las reflexiones políticas que se han realizado acerca de las cloacas del Estado que representa el caso de la red Villarejo; entre otras, cabe señalar la de Diego Muro, profesor de la Universidad St. Andrews (Escocia); quien se vino a preguntar si las actividades del comisario Villarejo son “evidencia de que hay un ‘Estado profundo’ que gobierna desde las sombras”.
Ese “Estado profundo”
trató de evitar por todos los medios -como hoy trata de impedir- que se puedan
analizar la situación de crisis en sede institucional y se juzguen en sede
judicial los delitos conocidos, bloqueando que se conociesen las informaciones
relacionadas con la jefatura del Estado. Ésta era una bala que los Villarejo
guardaban en la recamara para evitar la intervención directa del CNI, que
podría mantener su impunidad. Mas la información se fue filtrando a partir de
las grabaciones realizadas a Corinna, que ponían al descubierto las finanzas y
corruptelas de todo tipo para defenderse del acoso. Y ese fue su error…
La filtración de los audios de la empresaria alemana, vinculada al Rey emérito, se convirtió en la gota que desbordó el vaso, abriendo una brecha en la trama policial y de complicidades a todos los niveles, que no ha dejado de ensancharse. El juicio, por muy escandaloso que resulte respecto de los asuntos oficiales y del Estado, no dejará de ser sino la punta del iceberg, que descubre los modos franquistas y mafiosos que afectan a los mismos cimientos del Estado.
El caos político, económico
e institucional que reflejan los informes de la red policial de Villarejo se
presenta por los medios oficiales como “un chantaje al Estado”, cuando en
realidad es la expresión de un chantaje permanente del Estado a toda la
sociedad civil.
El juicio a la trama
policial es inminente, ya que Villarejo va a cumplir cuatro años en cárcel
preventiva y, si no se le juzga, se le debería poner en libertad. Los casos y
piezas no han hecho sino multiplicarse, de forma que habrá juicios y juicios
para rato. De los papeles de Villarejo y su red, tanto privada como oficial, se
deduce que la política y la administración pública en general están sometidas a
una alta corrupción política, en tanto que se carece de los controles
democráticos necesarios.
En la calle se tiene
una alta percepción de la corrupción política, que tiene razones históricas y
de desconfianza hacia las instituciones no democráticas en el poder. Lo que lleva
a una profunda desconfianza en todos los políticos y en el sistema político en
general, como autores o cómplices necesarios de la corrupción general.