La experiencia realizada por la mayoría social con la huelga
general del metal en Cádiz debe poder ser expresada en términos de demanda de
cambio político y social. Es muy fácil, pero no cierto, echar la culpa de la
represión solo a la policía, así como culpar de las sentencias antidemocráticas
solo a los jueces. Argumento manido que no deja de ser utilizado por aquellos
partidos que gobiernan, teniendo mayoría en Cortes para decidir, y por tanto
para legislar acerca de las demandas populares.
Son muchos años de atropellos que conocemos a las libertades
democráticas destinados a impedir la conquista de las reivindicaciones
sociales. El binomio represión-explotación es de sobre conocido como recurso
muy utilizado históricamente por todos aquellos que desean mantener los
privilegios del poder político, y con él prolongar la explotación y la
opresión.
En Cádiz, había varias cuestiones fundamentales en juego, a
saber: la lucha por el aumento salarial frente la miseria social, la exigencia
de poner fin a la precariedad; y con ellas la necesidad de poder hacerlo con la
libertad y democracia necesaria, tanto en el movimiento obrero, como en la
sociedad.
La “tanqueta” militar del Gobierno ha tratado de dejarlo
todo en manos de la criminalización de los trabajadores y de la represión.
El convenio firmado
por las cúpulas de CCOO y UGT se ha realizado en estas anómalas condiciones,
consultándose solo a los delegados y no a los trabajadores, cuando el convenio
afecta a todos; de manera que ha dividido a los trabajadores sin resolver los
principales problemas en discusión. Un sector de trabajadores y organizaciones
no vinculadas al poder se han opuesto a lo acordado en el convenio convocando a
tal efecto una Asamblea libre y abierta para poder decidir democráticamente.
El éxito de la huelga indefinida del metal gaditano dependía
de la capacidad de aguante de los trabajadores, que viven al día y no pueden
estar semanas sin cobrar, y por tanto la continuidad de la huelga dependía materialmente
de la existencia o no de caja de resistencia y del apoyo y solidaridad
económica de los demás trabajadores. Tradiciones obre[1]ras
que los actuales dirigentes de los sindicatos oficiales olvidan, dejando a los
trabajadores a merced de la miseria cuando se declaran en huelga. La necesidad
de caja de resistencia es una de las medidas materiales que hacen que la
victoria de las reivindicaciones sea o no posible.
Formando parte de la necesidad de Asamblea General de los
huelguistas, con la constitución del instrumento de unidad, democracia y lucha
que representa el comité de huelga, elegible y revocable, integrando a los
sindicatos y organizaciones que la apoyan.
La prohibición de la
Delegación de Gobierno de una concentración en Madrid de partidos y sindicatos,
en solidaridad con los metalúrgicos de Cádiz, indica que lo de la tanqueta
empleada para reprimir la huelga de Cádiz, así como los gases lacrimógenos, los
gases pimienta, y el disparo de bolas, y el reparto de porrazos…, no son, en
ningún caso una anécdota sino el eje mismo de la política antisocial de quienes
gobiernan. En tanto que el Gobierno ha criminaliza[1]do
y reprimido la huelga de los trabajadores más allá de Cádiz, tratando de
prohibir la solidaridad de otros sectores, como ha sido el caso del apoyo de
estudiantes y sanitarios de la Bahía, es imprescindible que se pida cuentas a
Sánchez y a sus ministros en las Cortes, por parte de los grupos parlamentarios
que reclamándose del cambio político y por tanto de la república, o republicas;
rechazan la represión policial, y las prohibiciones antidemocráticas, exigiendo
la dimisión de todos los responsables políticos y policiales. ¡Alto al
atropello de los derechos laborales y democráticos por parte de quienes se
reclaman de los derechos de los trabajadores! La miseria salarial y la
precariedad afecta de hecho a muchos millones de trabajadores. Los despidos no
hacen sino multiplicarse, tanto en el sector público como en el priva[1]do.
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