La crisis del
capitalismo resulta agravada por la pandemia del Covid-19. La tasa de ganancia
del conjunto de los capitales invertidos disminuye, pero su readaptación es
rápida y para ello proceden a una reorganización productiva con los fondos
europeos y las enormes ayudas de los Estados que se acompañará de un despido
masivo de trabajadores y trabajadoras.
La reproducción
ampliada del capital implica la intensificación de la explotación de las clases
trabajadoras, a la vez que se aprovechan todos los recursos económicos del
Estado, tal y como estamos viendo en esta crisis del coronavirus.
La burguesía y sus representantes
políticos reclaman leyes para no pagar impuestos y reducir los servicios
públicos, pero se encuentran con la contradicción de que la supervivencia de sus
capitales requiere de la disposición de un instrumento que responda a sus
intereses; en definitiva, un Estado fuerte que resuelva sus problemas con subvenciones
millonarias, ayudas (los ERTES) y todo tipo de exenciones tributarias.
Los grandes monopolios para
asegurar todos los privilegios que le proporcionan la riqueza y el dinero quieren
el control absoluto de los diferentes aparatos de coerción del Estado, pero
también de la cultura, la educación y en general de todo lo que es ideología.
Los poderosos que se
sientan en los consejos de administración de multinacionales como Endesa,
Iberdrola, telefónica, Repsol, Monsanto, etc. subordinan a los gobiernos y
partidos políticos para asegurar que el modo de producción de bienes y
servicios que tenemos es el único y posible para disfrutar del paraíso
terrenal.
De este modo, nos
encontramos con un parlamentarismo y una actividad política de carácter
publicitario y teatral, de discusiones y enfrentamientos inútiles, sin
soluciones prácticas para los sectores sociales más desfavorecidos.
En medio de este
conjunto de circunstancias se olvidan y diluyen las necesidades vitales de buena
parte de la población, y son el caldo de cultivo en el que se generan las
condiciones y se abra camino la influencia social de partidos políticos
fascistas y racistas, que tienen su razón de ser en el odio y el desprecio a
otros seres humanos haciendo una extraordinaria labor a los intereses de la
oligarquía de este país.
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