Las elecciones en los EEUU han
venido precedidas y condicionadas por importantes movilizaciones sociales y
políticas contra la represión y el racismo de los sectores más explotados y
oprimidos que, tuvieron lugar ante el asesinato policial de George Floyd. Un
movimiento de fondo que ha polarizado a toda la sociedad y a condicionado las
mismas elecciones.
La pandemia del coronavirus se concentra sobre
todo en los EEUU en las barriadas de trabajadores y emigrantes donde la
cobertura sanitaria es casi inexistente, y donde el contagio del virus es más
fácil por las pésimas condiciones de vida y trabajo que soporta este gran
sector de la población. Cuarenta millones de trabajadores venían a perder en
esos días sus puestos de trabajo en medio de una fortísima recesión económica.
Todas las instituciones del
capitalismo imperialista se sintieron amenazadas por las exigencias de justicia
y de disolución de los cuerpos policiales, y en primer lugar el movimiento
radicalizado afectó de lleno al “trumpismo” y a sus principales valedores, a
quienes obligo con sus movilizaciones a ocultarse en el bunker en la Casa
Blanca.
La decisión de Trump de no aceptar
-desde el primer momento- los resultados electorales que le eran desfavorables,
formaba parte de una estrategia política de tipo golpista que se ha ido
desarrollando a través de un guion preestablecido ; tanto en lo jurídico como
en lo político.
El Estado imperialista norteamericano que
tantos golpes de Estado ha preparado en la historia a lo largo del mundo, no
lograría en esta ocasión reunir las condiciones mínimas para llevarlo a
término. La concentración de unos pocos miles de seguidores en el Capitolio,
venidos de todas partes, en el momento del acuerdo institucional sobre el
ganador de las elecciones- aunque contara con alguna complicidad policial- no
reunía las condiciones políticas suficientes para evitar la proclamación del
candidato del partido Demócrata, a todas luces ganador de las elecciones. Y con
más apoyos en los sectores del poder.
La decadencia imperialista y la división
política interior, agravada por la crisis y recesión se daban cita en las
elecciones, como también el el fracaso cosechado por el intento golpista de
Trump. Demócratas y Republicanos que, como partidos oficiales del sistema
concentran el poder político con estrategias enfrentadas, correspondiéndose a
visiones distintas de los grandes grupos empresariales, de las multinacionales
que dominan buena parte de la economía mundial: mientras que los primeros- los
demócratas- pretenden prolongar el globalismo fracasado por la competencia de
terceros ;los otros- los republicanosapuntan a refugiarse en sus posibilidades
competenciales haciendo valer su dominio internacional.
El general francés Delawarde,
colaborador y aliado de los EEUU en el ámbito de la OTAN explica dicha división
política entre demócratas y republicanos de estos momentos en los siguientes
términos: “Desde el fracaso de Hillary Clinton en las elecciones presidenciales
de 2016, Estados Unidos se ha dividido profundamente en dos bandos
irreconciliables que se detestan y se han enfrascado en una lucha a muerte”.
Los ” patrioteros” que han ganado a
la mayoría de los republicanos, y los globalistas que pretenden mantener las
instituciones y privilegios que les otorgó los acuerdos establecidos tras la
Segunda Guerra Mundial…. El F.M.I, El Banco Mundial, el G20, y demás
expresiones del poder del imperialismo norteamericano. Muy vinculados a las
políticas de armamentos y a la misma extensión de la política de guerra, como
expresión de la política internacional de dominación imperialista.
La participación directa de Trump en la
preparación de la intentona golpista tendente a paralizar la ratificación de
las elecciones por las cámaras ha sido un movimiento muy arriesgado, aunque
protegido institucionalmente detrás de las competencias presidenciales, que
tendrá seguramente nuevos desarrollos, tanto políticos como judiciales.
Participación que podría acabar con Trump en la cárcel, mientras que el
trumpismo tendría las condiciones de prolongarse como consecuencia del
retroceso económico y de la división existente en el seno de la gran burguesía
norteamericana, ello en función del desacuerdo acerca de su papel en el ámbito
internacional como gendarme imperialista mundial.
Los líderes demócratas del Congreso,
encabezados por la presidenta, Pelosi, estarían por preparar un segundo
“impeachment” contra Trump, si éste no dimite de inmediato, por sus
responsabilidades penales a la hora de incitar al asalto del Capitolio.
Buscando con ello cerrarle el paso a Trump para que no vuelva a
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