La demanda de energías retrocede a volores que no se conocían desde antes de la 2ª Guerra Mundial. Idelfonso Gómez
El petróleo se ha convertido en
producto clave de la crisis del coronavirus por el hundimiento vertical de la
demanda, y por la quiebra del papel tradicional del petróleo en la economía
imperialista mundial. La industria petrolera moderna nace en 1859 en EEUU, por
la necesidad de keroseno para el alumbrado; sustituyendo por sus ventajas
económicas al carbón como mineral a partir del cual se extraía el keroseno. La
historia del capitalismo norteamericano está ligada al petróleo, recordemos que
el primer gran grupo petrolífero fue la Standard Oíl de John Rockefeller, que
en 1884 controlaba el 77% del refino mundial, por lo que tuvo que ser acusado y
condenado de prácticas monopolísticas. En la crisis del 29 la sobreproducción
de petróleo ya llevo al petróleo hasta el precio ruinoso de 0,10 dólares por
barril, y los pozos fueron ocupados militarmente para impedir la
sobreproducción.
El petróleo vuelve a escribir en
nuestros días, los del coronavirus, páginas decisivas de la crisis del
capitalismo financiero internacional: La guerra de precios de los principales
productores llevo en abril pasado a lo nunca conocido, que el
productor-distribuidor del barril de Tejas fuese el que pagara la factura al
consumidor, y ello por primera vez en la historia: el llamado precio negativo.
La industria norteamericana del
petróleo es ahora la más perjudicada de la reducción de un tercio del consumo
mundial de crudo, siendo el principal productor y consumidor, y en particular
ha traído consigo la ruina de la fracturación hidráulica ( fracking ), cuyo
coste de producción está muy por encima del precio medio del barril desde hace
meses, lo que ha llevado ya a la quiebra a miles de empresas y plataformas.
Todos los países productores
están afectados de la caída de la demanda y de los precios: que fluctúan como
nunca con unos precios de crisis de 35$ el barril de Brent, y de 22$ el barril
de Tejas. La idea de una pronta recuperación del mercado está llevando a una
ingente acumulación de barriles en las costas, en los oleoductos y refinerías,
que alcanza un monto en ascenso de 700 millones de barriles…
La crisis de las petroleras
arrastra también a los mayores bancos comerciales que prestaron cantidades
astronómicas con el aval de las reservas petroleras, a un precio medio de 60
dólares el barril. Precio que está muy por encima del precio del mercado
actual, y las direcciones de los bancos están llevados, sí o sí; a la ejecución
hipotecaria de las compañías petroleras y de sus bienes; quedándose en el mejor
de los casos con unas reservas que han perdido su valor de mercado. Los grandes
bancos comerciales están pillados en la burbuja del precio de petróleo y de la
quiebra consiguiente.
El petróleo ha sido la sangre del
sistema capitalista e imperialista mundial, y el precio del barril ha sido un
factor clave de la economía y del mismo sistema monetario dolarizado. Todas las
previsiones económicas insisten en la caída de la demanda de energía, y no solo
del petróleo, sino y también del carbón y del gas natural, demandas que se
reducen sensiblemente a la cifras del consumo previo a la Segunda Guerra
Mundial.
El alcance del colapso petrolero
va más allá, y alcanza de lleno a la estabilidad del sistema monetario actual,
amenazando el papel hegemónico de Petrodólar. La recuperación económica después
de la segunda guerra mundial reposó sobre el poder de los EEUU, de manera que
los acuerdos de Bretton Woods impusieron el dólar como base del comercio y de
las finanzas mundiales, que se fijaron en 33 dólares por cada onza de oro, haciendo
que las reservas de oro mundial pasasen bajo control USA en exclusivo.
La recuperación de las demás
economías afectadas por la guerra obligo al dólar a rebajar su valor de cambio
para que sus productos fuesen más competitivos, pero su moneda estaba vinculada
a una conversión fija con el oro. Por ello, en 1972 los EEUU suspendieron la
conversión fija dólar-oro, y propiciaron al acuerdo con los principales
productores de petróleo, y con Arabia Saudí en particular, de soportar el dólar
con las reservas y la misma producción petrolera. Sistema que como hemos
comentado está colapsado en este momento histórico por la crisis de precios, y
por el hundimiento vertical de la demanda.
En esta coyuntura China ha decido poner en el
mercado el Petroyuan, un nuevo patrón oro establecido en los contratos de
petróleo desde la bolsa de Shanghai, que es una zona de libre comercio que
permite la comercialización del oro, medida que supera la prohibición del
gobierno de China que impide los negocios con oro, siendo la economía China el
mayor importador de crudo del mundo. Por tercera vez en la historia se pone en
marcha un sistema competidor del petrodólar, los intentos anteriores fueron, a
otro nivel económico y político, los de Sadam Hussein en Irak, y el de Gadafi
en Libia, y todos sabemos como concluyeron.
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