domingo, 12 de abril de 2020

La respuesta política necesaria en los tiempos del coronavirus




El pasado mes de marzo, cuando se cumplían 25 años de la firma del Tratado de Schengen, por el que una buena parte de los países miembros de la Unión Europea acordaban eliminar los controles para la circulación de ciudadanos entre sus países, los controles volvían a las fronteras por iniciativa de cada uno de los gobiernos al margen de la Unión (monetaria). 


Desde entonces, todas las reuniones de alto nivel de los organismos de la burocracia de la Unión  han sido un completo fiasco, y los países más afectados en un primer momento por la pandemia del coronavirus, como ha sido el caso de Italia y España; (que han pedido oficialmente ayuda sanitaria, tanto a la Unión Europea como a la OTAN), se han encontrado con el silencio por toda respuesta, y han visto, además, como los principales países de la Unión -Alemania y Francia- prohibían toda exportación de material sanitario, olvidando los principios más elementales de solidaridad, y con ellos los principios de su existencia relativos al “mercado único y al libre comercio”. De forma que, ambos países, para cubrir el déficit escandaloso de material sanitario al que se someten para cumplir con el dictado de Bruselas, se han tenido que poner en manos de importaciones de China, y en particular la sanidad italiana ha tenido que recibir el apoyo urgente de una delegación internacional de médicos cubanos, chinos, rusos y venezolanos. 


La Unión Europea (monetaria), bajo los efectos del coronavirus, que fue incapaz de dar respuesta a los problemas que proceden de la crisis financiera y social de 2008, que ha cerrado sus fronteras exteriores a inmigrantes y refugiados que huyen de las guerras de Medio Oriente, de Asia y África, y militarizado con la OTAN el Mediterráneo para convertirlo en la mayor fosa común de inmigrantes jamás conocida, ha venido a multiplicar sus contradicciones y desigualdades, tanto internas como externas poniéndose al borde de su propia desaparición.


Nueve países de la eurozona, entre los que se encuentran, además de España, Francia, Italia, Bélgica, Portugal, Grecia e Irlanda, ante la crisis económica que ha destapado el parón de la epidemia se dirigieron al Consejo Europeo para solicitar medidas extraordinarias de financiación, los famosos eurobonos, que para el imaginativo Pedro Sánchez debería ser parte de un Plan Marshall, y un seguro de desempleo comunitario. Y eso lo dice mientras trata de proponer en España un refrito de alianzas políticas y económicas con las derechas (que exigen su dimisión), pretendiendo proteger la Corona, con unos nuevos Pactos de la Moncloa. Como los acuerdos han de ser tomados por unanimidad en Bruselas, bastó con la oposición de Alemania y Holanda para echar abajo todo acuerdo unitario, financiero y fiscal común de los países miembros. Mientras, se mantiene la política de opresión monetaria y de deuda pública diseñada con el euro y con el Tratado de Maastricht.


La crisis de 2008, como la de los tiempos del coronavirus, tiene responsables políticos y económicos que deben ser señalados, procediendo a desmantelar sus planes de opresión contra pueblos y países, que buscan de nuevo multiplicar la desigualdad social mediante el paro, la precariedad, con salarios y pensiones de miseria.


La Unión Europea parece solo dispuesta a echar mano del fondo de rescate -el MEDE-, y con condiciones difíciles de cumplir, de unos 250.000 millones de euros para los países que lo necesiten bajo la vigilancia de los hombres de negro de la Troika; otros 200.000 para bancos y empresas, y 100.000 para financiar los ERTEs. Pero todo está aún el aire. Fue en el capítulo del MEDE donde el ministro de finanzas holandés insistió que se investigara a España e Italia para establecer los verdaderos niveles de déficit y deuda, lo cual fue denunciado por el primer ministro portugués como una manifestación “repugnante”.


El gobierno de coalición de Sánchez e Iglesias está constituido sobre la base de políticas prioritarias y fundamentales, y una de ellas en el ámbito de la UE  es la del “respeto a los  dictados de los mecanismos europeos en materia de déficit público”, que ahora salta por los aires a la hora de financiar a los bancos y empresas para hacer frente a los despidos millonarios y al parón económico del coronavirus, que en el caso de la economía española afecta a los sectores fundamentales como son el turismo y la hostelería. 


Bajo la dictadura del euro, y sin compensación financiera, presupuestaria y fiscal de ningún tipo, el incremento de la deuda pública y la recesión económica -que se calcula en el 20% del PIB- no vendrá sino a favorecer a los bancos acreedores en perjuicio de los deudores, creando una grave situación para millones de trabajadores y jóvenes. En medio de la crisis y recesión, los gobiernos han movilizado importantes cantidades de dinero, de acuerdo con la burocracia de Bruselas, activando una cláusula de escape del Pacto de Estabilidad. Las direcciones de los dos principales bancos españoles, Santander y Bilbao, están en estas fechas negociando su posible fusión para ser más competitivos mediante la concentración y centralización de sus entidades en una sola en el mercado internacional de capitales. 


La guerra económica, la extrema competencia entre capitales y países, y el sometimiento a los trabajadores a la más extrema explotación no conoce cuartel en los tiempos del coronavirus. La ausencia de planes creíbles de las instituciones del capital evidencia que el régimen capitalista carece de salida digna para la humanidad. No se trata del “neoliberalismo” sino del capitalismo mismo. 


Mirando hacia atrás, por el retrovisor de la historia, el gobierno solo ve Pactos de la Moncloa y Planes Marshall, lo que no da respuesta positiva a las demandas principales de los trabajadores y pueblos. El gobierno debe mirar hacia adelante, y proceder a romper con aquellos que detentan el poder económico y político de forma ilegítima y antidemocrática.  



Otro aspecto central de la política del gobierno de coalición que, con la defensa de la UE y sus planes de destrucción económica y regresión social, constituye el eje central de sus actuaciones, es el de la defensa del papel antidemocrático y corrupto de la jefatura del Estado y la negativa a que se pueda establecer una comisión de investigación en las Cortes. Por el mismo motivo que se echó a Rajoy y a sus ministros corruptos del gobierno se pretende ahora proteger la corrupción desde la jefatura del Estado. Romper con los planes de la UE y con la monarquía heredera de Franco son las exigencias democráticas elementales que el gobierno debe cumplir si quiere proteger a la población del caos que se viene encima. La convocatoria de un referéndum Monarquía-República para el próximo otoño concentra, por ello, todas las aspiraciones democráticas y sociales de la inmensa mayoría.


La OTAN en manos de Trump, por su parte, se propone entrar en juego en suelo europeo desplazando decena de miles de soldados, en medio de este desorden político y económico internacional que ha destapado la pandemia. Y ello para provocar desde las fronteras, como también hace contra Venezuela. En el caso de Europa. se trata del mayor ejercicio de tropas de la OTAN que se organiza contra Rusia después de la Segunda Guerra Mundial, incorporando tropas alemanas (“Defender Europa 2020”). 


Vivimos bajo la amenaza permanente de recesión y guerra. La lucha contra los presupuestos de guerra de la OTAN, y contra los privilegios de las familias de “patriotas” que animan el enfrentamiento porque en ello les va sus beneficios, constituye el primer paso de la lucha que viene. 




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