POR LA UNIDAD DE LA CLASE OBRERA PARA ACABAR CON LA EXPLOTACIÓN LABORAL
Y EL CAPITALISMO. RESPONDIENDO A LAS DECLARACIONES DEL PRESIDENTE DE ASAJA
En un momento en el que los agricultores,
grandes, medianos y pequeños reivindican un aumento de los precios por sus
producciones, tenemos que establecer diferencias importantes porque no podemos
considerarlos a todos por igual. Los intereses de los grandes agricultores no
coinciden y son muy distintos a los de los pequeños agricultores, aunque en las
movilizaciones actuales parezca que sólo hay un tipo de agricultor.
Los resultados de las políticas que se aplican
en el campo, en la mayoría de los casos siguiendo las directivas de la Unión
Europea, están produciendo la ruina de los pequeños y la concentración de la
tierra en manos de una minoría que poco a poco acapara la superficie la
producción y la distribución agrícola. Por tanto, las medidas que toman los gobiernos no influyen a todos por igual. El ejemplo más claro y
contundente es la distribución de los fondos comunitarios que en la mayor parte
llega a los grandes agricultores mientras que la percepción por los pequeños es
prácticamente nula.
La fuerte protesta agraria no puede olvidar, no
puede esconder los intereses económicos y sociales de los jornaleros y
jornaleras. Es la clase obrera agrícola la que en la actualidad sufre una
tremenda explotación laboral, con unas condiciones laborales precarias y en la
mayoría de los casos sometida a trabajos temporales que les obligan a recurrir
el resto del año con unos subsidios de miseria.
En este momento, hay patronos agrarios que
aprovechando el impacto positivo en la opinión pública que tienen las
movilizaciones por unos precios justos quieran aprovechar estas favorables circunstancias
para endurecer más de lo que ya están las relaciones laborales y aumentar la
explotación laboral en el campo.
Si los pequeños agricultores lo que quieren son
precios justos para sus producciones agrícolas y ganaderas, los grandes
patronos agrarios de Extremadura además de mejores precios lo que de por sí les
permite obtener grandes beneficios empresariales por sus costes diferenciales
de explotación, quieren aprovechar la ocasión para imponer una minoración de
valor de la fuerza de trabajo.
El desprecio es tal que cuando se refiere a los
subsidios, no menciona ni considera, le debe parecer normal que un trabajador
pueda vivir con un subsidio de 430 euros al mes de los que debe descontar unos
100 euros como cotización a la seguridad social para mantener la cartilla del
régimen especial agrario.
Hay que conocer que esta patronal agraria es
quien con más fuerza se niega a aplicar como referencia salarial el SMI
aprobado por el gobierno, y la que a su vez está haciendo más esfuerzos para
que no se firme el nuevo convenio colectivo del campo, exigiendo un aumento de
las horas de trabajo y endureciendo y precarizando las condiciones laborales
para los jornaleros y jornaleras.
Lo que está claro, es que tenemos un deber inexcusable de organizar la
respuesta a estos ataques y lanzar una ofensiva para recuperar la unidad de
acción y movilización de todos los jornaleros y jornaleras para enfrentar estos
planes empresariales que pretenden aumentar la explotación laboral, y por
tanto, arrebatarnos derechos y condiciones laborales que tanto nos costaron
ganar.
Los problemas que tiene el mundo rural, que tienen las familias que viven
de su trabajo en el campo no lo van a resolver las medidas que tome el gobierno
ni las directivas de la Unión Europea; la crisis agraria no se resuelve con
medidas que afecten a la cadena alimentaria, ni a la formación de los precios,
ni regulando las actividades promocionales, ni con mayor número de inspectores
de trabajo, etc. Indudablemente que algo se puede mejorar la vida de las
personas mejorando la redistribución de los recursos y la eficacia en las
acciones de gobierno, pero antes o después volveremos a la crisis, a las
sobreproducciones y a las escaseces, seguirán las emigraciones hacia otros
lugares con la pérdida de población, a las distorsiones del mercado de trabajo,
etc..
El problema es el capitalismo; es el sistema económico en el que la
división de clases sociales determina el enfrentamiento entre ellas. En estos
momentos el poder de la clase capitalista es tal que impone sus leyes sin mucha
oposición, sin grandes resistencias de la clase obrera; el capitalista impone
normas para quedarse con la mayor parte de la riqueza que se produce, y en esta
lucha entre contrarios enfrentados, el poder político al servicio de los dueños
de los medios de producción aplasta a las clases oprimidas que sufren múltiples
problemas derivados de su posición subordinada en el proceso de producción.
La única manera de terminar con todo esto y conseguir una sociedad más
justa, con un mejor y mayor reparto de la riqueza, que solucione muchos
problemas de los que actualmente padecemos es con la organización y
movilización de la clase obrera para acelerar la lucha de clases y acabar con
el capitalismo.
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