viernes, 4 de octubre de 2019

¡Aumento general de salarios y pensiones, derogación del techo de gasto!


Espacioindependiente nº 326, jueves 3 de octubre, 2019 http://elespacioindependiente.wordpress.com/:f:info.espacio.independiente


Hay quien dice que la crisis de 2008 vino para quedarse. Con la desregularización del mercado laboral y la libre circulación de capitales, los organismos internacionales del gran capital emprendieron a partir de los años 80, con la llamada globalización, la recuperación de la tasa de ganancia de los capitalistas mediante el retroceso histórico de los salarios y la consiguiente sobrexplotación.
El miedo a las consecuencias de la guerra comercial entre los EEUU y la UE y las dificultades para llegar a un acuerdo sobre el Brexit, cuando comienzan a sentirse los primeros efectos de la desaceleración económica con una importante oleada de despidos, está provocando la mayor caída de las bolsas internacionales. El Ibex de las bolsas españolas cayó ayer un 2,8%, la mayor caída en los dos últimos años.
La recuperación de la tasa de ganancia del capital se ha constituido en el eje de todas las políticas de austeridad y recortes sociales cuyas consecuencias son de sobra conocidas a nivel internacional. La Unión Europea, con el euro como instrumento de ajuste, es una de esas instituciones del capitalismo internacional que han hecho de la austeridad contra los trabajadores una de las razones de su existencia. 

Para salvar los bancos y grandes empresas privadas con dineros públicos, nos hablaron desde todos los gobiernos de la necesidad del ajuste y los recortes sociales transitorios, y nos aseguraron que con estas medidas se podía combatir la crisis y acabar con el paro crónico. Desde el inicio de la crisis económica de 2007-2008, las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores no han hecho sino agravarse, como consecuencia de la aplicación de las políticas de austeridad. Y esta política parece no tener fin.

El caso de Grecia es de los más significativos a la hora de entender a dónde conduce la aplicación sistemática de las políticas de ajuste y austeridad. Cada paquete de medidas de recortes sociales ha venido a agravar más y más la situación y la depresión, al extremo de que fueron los mismos “hombres de negro” de la Troika los que, en documento secreto que fue divulgado por The Finacial Times, decían que “la situación en Grecia dio un giro para peor”. Ese giro a peor se reconoce en la mayoría de los países, fruto de la aplicación de las mismas políticas para evitar el descenso de la tasa de ganancia del capital.

En todos los países se han provocado retrocesos, de uno u otro alcance, con la aplicación reiterada de los planes de austeridad, propuestos internacionalmente como política de destrucción económica y regresión social por el FMI. La economía española -como otras muchas- sigue presa en el círculo infernal de las políticas de austeridad que se establecen reiteradamente por todos los gobiernos, sean del color que sean. 

Nos fijaremos en concreto en la involución de los salarios y en la evolución de la productividad a partir de 2008. Ahora, que se dice que la economía española ha salido de la crisis, y que la recuperación ha permitido ya el incremento del segmento de los más ricos, favoreciendo una gran concentración de capitales en pocas manos, debemos saber que después de casi cinco años en los que se habla de crecimiento sólido de la economía española, dicho crecimiento no ha llegado en ningún caso a los salarios, ni a las pensiones, es decir, a las rentas del trabajo.

Según datos publicados por el INE (Instituto Nacional de Estadística), entre 2008 y 20017 la capacidad de consumo de los asalariados españoles se devaluó un 17%. Las pensiones, por su parte, han perdido en dicho periodo un 4%. De forma que la pobreza ha vuelto, como fenómeno generalizado, a los sectores con menos retribuciones de trabajadores y pensionistas, y que afectan de forma particular a las mujeres trabajadoras y a las jubiladas.

En muchas empresas, cuando se discute por parte de los trabajadores acerca de la necesaria recuperación salarial, la patronal señala que no hay margen para subidas salariales si no se relacionan con nuevos desarrollos de la productividad. Al respecto debe decirse que desde el inicio de la crisis 2007-2008, -que en realidad y en formas diversas aún se mantiene- cuando entramos en una nueva crisis internacional, la economía española no ha hecho sino ampliar la competitividad en base al dumping social. La reducción de los salarios es la que ha permitido también la multiplicación de la competitividad de la economía española, que según cálculos del INE supera a la mayoría de los países de Europa. La relación que se publica entre coste de la hora de trabajo y producción por hora es la siguiente: los trabajadores españoles cuestan, como media, 21,4 euros a la hora y producen 42 euros, lo que supone un margen del 49% sobre la productividad. Margen que supera al de los países de nuestro entorno: Italia (33,5%), Francia (32,8%) y Alemania (35,3%).

Productividad, según datos de Eurostat, que ha venido creciendo en España a partir de los despidos y de la pérdida de salarios; de la aplicación de las mismas contrarreformas laborales de los gobiernos de Zapatero y Rajoy, que el gobierno de P. Sánchez se niega a derogar, habiéndose comprometido a ello cuando ganó la moción de censura, hace ahora un año. La austeridad y el techo de gasto del 3% impuesto a los Presupuestos de los países miembros por la Unión Europea implica el retroceso histórico de los gastos sociales, que afecta a todo lo público.

La demanda general de aumento de salarios y pensiones, con la exigencia de que se establezca un mínimo vital de 1200 euros, es una reivindicación que debe inscribirse en todas las plataformas reivindicativas y sindicales que quieran defender la dignidad de las rentas del trabajo frente al expolio del capital.

Las políticas de austeridad son las que han llevado a la pobreza a diez millones de personas (un tercio de la población) en España, con el carrussel de miserias, desahucios y suicidios que se ocultan.  La pobreza no es solo una situación que padezcan los parados crónicos sin prestaciones al desempleo, también afecta a los precarios y a los trabajadores peor remunerados: más de la mitad de los españoles asegura que ahora viven peor que hace diez años.