Espacioindependiente
nº 326, jueves 3 de octubre, 2019 http://elespacioindependiente.wordpress.com/:f:info.espacio.independiente
Hay quien dice que la crisis de 2008 vino
para quedarse. Con la desregularización del mercado laboral y la libre circulación
de capitales, los organismos internacionales del gran capital emprendieron a
partir de los años 80, con la llamada globalización, la recuperación de la tasa
de ganancia de los capitalistas mediante el retroceso histórico de los salarios
y la consiguiente sobrexplotación.
El miedo a las consecuencias de la
guerra comercial entre los EEUU y la UE y las dificultades para llegar a un
acuerdo sobre el Brexit, cuando comienzan a sentirse los primeros efectos de la
desaceleración económica con una importante oleada de despidos, está provocando
la mayor caída de las bolsas internacionales. El Ibex de las bolsas españolas
cayó ayer un 2,8%, la mayor caída en los dos últimos años.
La recuperación de la tasa de ganancia
del capital se ha constituido en el eje de todas las políticas de austeridad y
recortes sociales cuyas consecuencias son de sobra conocidas a nivel internacional.
La Unión Europea, con el euro como instrumento de ajuste, es una de esas
instituciones del capitalismo internacional que han hecho de la austeridad
contra los trabajadores una de las razones de su existencia.
Para salvar los bancos y grandes empresas
privadas con dineros públicos, nos hablaron desde todos los gobiernos de la
necesidad del ajuste y los recortes sociales transitorios, y nos aseguraron que
con estas medidas se podía combatir la crisis y acabar con el paro crónico.
Desde el inicio de la crisis económica de 2007-2008, las condiciones de vida y
trabajo de los trabajadores no han hecho sino agravarse, como consecuencia de
la aplicación de las políticas de austeridad. Y esta política parece no tener
fin.
El caso de Grecia es de los más
significativos a la hora de entender a dónde conduce la aplicación sistemática
de las políticas de ajuste y austeridad. Cada paquete de medidas de recortes
sociales ha venido a agravar más y más la situación y la depresión, al extremo de
que fueron los mismos “hombres de negro” de la Troika los que, en documento
secreto que fue divulgado por The Finacial Times, decían que “la
situación en Grecia dio un giro para peor”. Ese giro a peor se reconoce en
la mayoría de los países, fruto de la aplicación de las mismas políticas para
evitar el descenso de la tasa de ganancia del capital.
En todos los países se han provocado
retrocesos, de uno u otro alcance, con la aplicación reiterada de los planes de
austeridad, propuestos internacionalmente como política de destrucción
económica y regresión social por el FMI. La economía española -como otras muchas-
sigue presa en el círculo infernal de las políticas de austeridad que se
establecen reiteradamente por todos los gobiernos, sean del color que sean.
Nos fijaremos en concreto en la
involución de los salarios y en la evolución de la productividad a partir de
2008. Ahora, que se dice que la economía española ha salido de la crisis, y que
la recuperación ha permitido ya el incremento del segmento de los más ricos,
favoreciendo una gran concentración de capitales en pocas manos, debemos saber
que después de casi cinco años en los que se habla de crecimiento sólido de la
economía española, dicho crecimiento no ha llegado en ningún caso a los
salarios, ni a las pensiones, es decir, a las rentas del trabajo.
Según datos publicados por el INE (Instituto
Nacional de Estadística), entre 2008 y 20017 la capacidad de consumo de los
asalariados españoles se devaluó un 17%. Las pensiones, por su parte, han
perdido en dicho periodo un 4%. De forma que la pobreza ha vuelto, como
fenómeno generalizado, a los sectores con menos retribuciones de trabajadores y
pensionistas, y que afectan de forma particular a las mujeres trabajadoras y a
las jubiladas.
En muchas empresas, cuando se discute
por parte de los trabajadores acerca de la necesaria recuperación salarial, la
patronal señala que no hay margen para subidas salariales si no se relacionan
con nuevos desarrollos de la productividad. Al respecto debe decirse que desde
el inicio de la crisis 2007-2008, -que en realidad y en formas diversas aún se
mantiene- cuando entramos en una nueva crisis internacional, la economía
española no ha hecho sino ampliar la competitividad en base al dumping
social. La reducción de los salarios es la que ha permitido también la
multiplicación de la competitividad de la economía española, que según cálculos
del INE supera a la mayoría de los países de Europa. La relación que se publica
entre coste de la hora de trabajo y producción por hora es la siguiente: los
trabajadores españoles cuestan, como media, 21,4 euros a la hora y producen 42
euros, lo que supone un margen del 49% sobre la productividad. Margen que supera
al de los países de nuestro entorno: Italia (33,5%), Francia (32,8%) y Alemania
(35,3%).
Productividad, según datos de
Eurostat, que ha venido creciendo en España a partir de los despidos y de la pérdida
de salarios; de la aplicación de las mismas contrarreformas laborales de los
gobiernos de Zapatero y Rajoy, que el gobierno de P. Sánchez se niega a derogar,
habiéndose comprometido a ello cuando ganó la moción de censura, hace ahora un
año. La austeridad y el techo de gasto del 3% impuesto a los Presupuestos de
los países miembros por la Unión Europea implica el retroceso histórico de los
gastos sociales, que afecta a todo lo público.
La demanda general de aumento de
salarios y pensiones, con la exigencia de que se establezca un mínimo vital de
1200 euros, es una reivindicación que debe inscribirse en todas las plataformas
reivindicativas y sindicales que quieran defender la dignidad de las rentas del
trabajo frente al expolio del capital.
Las políticas de austeridad son las que
han llevado a la pobreza a diez millones de personas (un tercio de la
población) en España, con el carrussel de miserias, desahucios y suicidios que
se ocultan. La pobreza no es solo una
situación que padezcan los parados crónicos sin prestaciones al desempleo,
también afecta a los precarios y a los trabajadores peor remunerados: más de la
mitad de los españoles asegura que ahora viven peor que hace diez años.
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