El encarecimiento del nivel de vida seguirá acompañado de un rapidísimo
deterioro de las condiciones laborales y los derechos laborales. El
número de trabajadoras y trabajadores pobres se incrementa cada vez más.
Las reformas laborales han acabado casi por completo con la negociación
colectiva y ello ha provocado también una debilidad mayor todavía de
los sindicatos, de todos ellos.
Además de las reformas laborales, otro elemento manejado por el gobierno para articular sus políticas de austeridad y de retrocesos laborales es el SALARIO MÍNIMO INTERPROFESIONAL. El SMI ha estado congelado desde 2011 hasta 2014, con incrementos ridículos en 2015; a partir de 2004, en pleno auge del neoliberalismo, aparece el IPREM (INDICADOR PÚBLICO DE RENTA DE EFECTOS MÚLTIPLES), más pequeño que el Salario Mínimo Interprofesional, que se utilizará como referencia para la concesión de ayudas, becas, subvenciones o el subsidio de desempleo entre otros.
El SMI es de 21,84 euros diarios, el IPREM son 17,75. Las justificaciones para este cambio, muy fácil, al poder gubernamental y a la patronal, les dio la real gana; de este modo el gasto social disminuye; las cantidades destinadas a las becas, pensiones, desempleo, IPC, entre otros conceptos, son menores.
Una de las condiciones básicas para que seamos capaces de acabar con la desigualdad social, de que haya empleo, con salarios dignos, y una actividad económica que ofrezca perspectivas de futuro a la juventud es que de una vez por todas se acaben las políticas de austeridad.
Para acabar con las políticas de austeridad e impulsar el consumo y la economía, hay que propiciar las subidas salariales, entre ellas la del SMI. España tiene un nivel de riqueza semejante a los 15 países más adelantados de Europa, y por eso debería tener
un SMI de 1000 euros, y la desaparición del IPREM, que permita una renta de inserción justa, un desempleo justo, unas pensiones justas y unas becas justas.
Además de las reformas laborales, otro elemento manejado por el gobierno para articular sus políticas de austeridad y de retrocesos laborales es el SALARIO MÍNIMO INTERPROFESIONAL. El SMI ha estado congelado desde 2011 hasta 2014, con incrementos ridículos en 2015; a partir de 2004, en pleno auge del neoliberalismo, aparece el IPREM (INDICADOR PÚBLICO DE RENTA DE EFECTOS MÚLTIPLES), más pequeño que el Salario Mínimo Interprofesional, que se utilizará como referencia para la concesión de ayudas, becas, subvenciones o el subsidio de desempleo entre otros.
El SMI es de 21,84 euros diarios, el IPREM son 17,75. Las justificaciones para este cambio, muy fácil, al poder gubernamental y a la patronal, les dio la real gana; de este modo el gasto social disminuye; las cantidades destinadas a las becas, pensiones, desempleo, IPC, entre otros conceptos, son menores.
Una de las condiciones básicas para que seamos capaces de acabar con la desigualdad social, de que haya empleo, con salarios dignos, y una actividad económica que ofrezca perspectivas de futuro a la juventud es que de una vez por todas se acaben las políticas de austeridad.
Para acabar con las políticas de austeridad e impulsar el consumo y la economía, hay que propiciar las subidas salariales, entre ellas la del SMI. España tiene un nivel de riqueza semejante a los 15 países más adelantados de Europa, y por eso debería tener
un SMI de 1000 euros, y la desaparición del IPREM, que permita una renta de inserción justa, un desempleo justo, unas pensiones justas y unas becas justas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario