Andrés Moriano Saavedra
Villafranca de los Barros.
¿Qué ética política?
El ministro Montoro
no se caracteriza por su habilidad dialéctica ni tan siquiera por su talla
intelectual. Por intelectual me refiero a la dimensión formativa-reflexiva de
la persona. Hoy le he escuchado -no sé si fue ayer, y hoy lo han repetido; no
sé, no sé- que las medidas adoptadas por el gobierno están dando sus
resultados.
Se refiere Montoro a la efectividad de los
recortes en tanto que disminuye el déficit público. Haría bien el ministro en
considerar que, efectivamente, se está disminuyendo el gasto público en asuntos
tan transcendentales para una sociedad como son la educación, la sanidad, la
dependencia, los derechos laborales, entre otros.
Significa esto que
estamos hoy peor que ayer, pero mejor que mañana.
Se cierran centros
de atención sanitaria en poblaciones quedando desamparados y a su suerte los
vecinos que habrán de acogerse como hace años a las recordadas “igualas”, los
que puedan pagar, claro, al médico privado sumando los regalitos por Navidad
que es muy típico del carácter agradecido de esta tierra.
La sra. Teniente no
tiene talla política para enfrentarse a la situación actual, se ejercita en
palabrería marrullera. Me enternece, sin embargo, Pedro Escobar cuando afirma
rotundo en la calle, en el fragor de la lucha, y la justa reivindicación en las
manifestaciones populares, contra el cierre de esos centros que “si depende de
Escobar esto se va a parar, si él tuviera 30 diputados, esto se para”. Escobar
sueña con el liderazgo de la izquierda en Extremadura, por eso hace oposición a
los socialistas y sostiene al gobierno de Monago a la vez que intenta oponerse.
Vive, Escobar, en un flujo y reflujo de sinsentidos, en el gran magma de la
contradicción. Cascos se rebela; Nogales, pace. Otro más cercano “está” en
“estado virtual por su valía –se dice-profesional” (Espero impávido desde ya
los comentarios del “tú más” y “que los socialistas y populares hacemos la
misma política”. Ya se ve, ya se ve, ¿verdad?)
Mientras tanto, los
alumnos en clase se harán más sociales y conocerán a más compañeros pero no a
fondo de tantos que serán; sin embargo, amigo, hay que pagar un precio y este
será la disminución de la calidad de la enseñanza y la atención personalizada
que todo acto educativo necesita.
Los enfermos
crónicos renunciarán “voluntariamente” a su imprescindible cuidado médico
porque “la pela es la pela”, total qué más da ya si yo no valgo para nada, si
para lo que estoy aquí es para estorbar.
Los trabajadores
conformados con la suerte, como en lotería, de tener un puesto de trabajo no
muy bien renumerado, la verdad, pero que los tiene ocupados y de “ocupados que
están” hasta codazos y muerdos “darán” por seguir “ocupados” mirando al lado y
detrás y “que a mí no me toque, oiga”.
Y los pequeños
empresarios y autónomos que se les ha dicho que son ellos los proveedores de la
sociedad y generadores de empleo y riqueza, verán reducido su papel a la
producción marginal de la llamada economía real disfrazada de competitividad y
excelencia, como si los “emprendedores” de los países emergentes fueran
“tontos” en conocimientos y tecnologías.´
Y después, los tiburones de las finanzas que
se devorarán unos a otros por hacer ganar más y más a los que se enmascaran y
se nominan mercados de vergüenza que no
tienen. Éstos son los dueños, y no hacemos una “hostia” por conocerlos, tan
solo sea para “felicitarlos” por su sagacidad y astucia.
Esto a Montoro le
importa un bledo, él va a lo que va, es el aprietatuercas de la real politik. Es así, aunque me cueste decirlo, y es que
asusta la dimensión del discurso del ministro, porque de seguir por esta
dirección podría plantearse niveles de gasto público por debajo de los
“conseguidos” continuando así in aeternum
disminuyendo el “déficit para el
saneamiento de su carga en el PIB”. La consecuencia de semejante empeño es la
descomposición de un Estado “social” del que aflorará, como la maleza, un
sistema “antisocial”, desarticulado, sin valores ni principios en común.
Es bueno saber de economía
y de finanzas, aunque de mucho no nos sirve a nosotros lo que tanto saben otros
de estos asuntos. Sí sabemos, desde luego, lo que de beneficios algunos
obtienen del mundo de las finanzas, que están como cerditos en lodazal,
disfrutando de lo lindo, y lo vuelvo a decir: donde viviendo están por encima
de nuestras posibilidades.
No dudo que Montoro
haya leído (estudiado) mucho y tenga extraordinarios conocimientos sobre el
mundo económico, no me propongo poner esto en tela de juicio, no lo sé. Damos
por bueno su currículum. Pero, a la luz de sus intervenciones, sospecho que
poco ha leído de derecho natural y de ética política; o, al menos, parece no
recordarlo si alguna vez así lo hubiera hecho.
En mi opinión, el
sr. Ministro haría bien, y mejor nos vendría a todos nosotros, que se esforzara
–es una sugerencia- en comprender cómo debe ser y cómo debe organizarse la societas civilis y, asimismo,
reflexionar sobre los valores, los principios que han de regir esa sociedad; en
definitiva, por los valores y principios por los que ha de gobernarse y ser
gobernada la sociedad a la que aspiramos desde el derecho natural que nos
asiste como personas, de modo que se cubran, se satisfagan nuestras
necesidades, nuestras demandas como seres humanos; esto es, se reserven siempre
los derechos de todos, tanto individual como colectivamente.
Montoro necesita la
brújula de la ética política. Sin ella, su función en el gobierno de España me
desconcierta. Nunca sabré qué planes idea el ministro, pero sí estoy seguro que
no van en el sentido de crear cuerpo social, sino grupos de intereses. Allí donde
prima el interés se conforman grupos superpuestos. Hace falta una ética
política, Montoro carece de ella. ¿Y Rajoy?