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El PP lleva semanas avisando de su intención de tomar la radio y la televisión pública españolas.
A lo largo de esta semana, diversos sectores del partido en el Gobierno
han reclamado a Mariano Rajoy medidas para poner freno a lo que ellos
consideraban ataques continuos a su partido en los informativos de TVE.
En el Consejo de Ministros celebrado hoy, la vicepresidenta Soraya Sáenz
de Santamaría ha dado forma a la fórmula de asalto.
El
Gobierno rompe con la ley aprobada por el anterior Ejecutivo de
Zapatero en 2006, por lo que el presidente de la Corporación podrá ser
elegido por mayoría absoluta del Congreso y no por la mayoría de dos
tercios como hasta ahora. De esta manera, se pone fin al espíritu de una
televisión pública no gubernamentalizada. “Era urgente desbloquear la
situación que vivía RTVE”, ha señalado Sáenz de Santamaría.
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El viernes pasado el Gobierno encargó a una “comisión de expertos”
una “reforma profunda de la Universidad”. Les dijeron que tenían seis
meses. No les han dejado ni una semana para trabajar. Ayer pudimos saber
que esa reforma profunda estaba decidida ya: las tasas universitarias van a subir con la misma contundencia con la que se han reducido las becas.
Sin duda es una reforma profunda: afectará como pocas otras a nuestro
futuro, a la igualdad de oportunidades, a nuestro modelo de país. Por
esta vía, los estudios superiores pronto dejarán de estar al alcance de
la mayoría de la sociedad y se convertirán en un privilegio para
aquellos que lo puedan pagar. No es solo lo que suben las tasas y se
reducen las becas: es lo que bajan los ingresos de las clases medias,
cada día más empobrecidas. El hachazo a la educación que está aplicando
el Gobierno de Rajoy son recortes que a corto plazo no se notarán, pero a
la larga cambiarán el curso de nuestra historia. Para mal.
En el camino, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, no
desaprovecha una sola oportunidad para dejar su impronta al justificar
patéticamente unos recortes cuya naturaleza incluso pretende negar.
Según sus excusas, que las aulas se masifiquen es genial porque “los niños socializan en la escuela“. Solo le ha faltado argumentar que así, con las clases a rebosar, también podremos ahorrar en calefacción.