COMENTARIO: Pocas palabras son
necesarias para aclarar a quien pudiese tener alguna duda sobre el
carácter de las escuelas confesionales: evangelizar. Una evangelización
que pagamos entre toda la ciudadanía a través del sistema de conciertos.
Pero tampoco están satisfechos y reclaman más fondos y recursos
materiales del Estado para su labor proselitista. Un privilegio que
cuesta 3.900 millones de euros anuales, mientras la ciudadanía ve como
cada día recortan en educación, sanidad, servicios sociales, derechos y
libertades,... Defendemos el derecho a no ser adoctrinados en la
escuela, una razón más para defender una escuela pública laica como
servicio público que respete la libertad de conciencia de cada persona,
aunque sean menores de edad, y ofrezca una enseñanza basada en valores
universales.
Después de diez años en Roma como responsable de Educación de la Compañía de María, se ha estrenado como Secretario General de Escuelas Católicas, en medio del temporal de los recortes, y con el Año de la fe en el horizonte. Don José María Alvira, zaragozano y matemático, apuesta por unos centros concertados de calidad académica que sean «plataformas de evangelización, no sólo para los alumnos, también para sus familias»
Después de diez años en Roma como responsable de Educación de la Compañía de María, se ha estrenado como Secretario General de Escuelas Católicas, en medio del temporal de los recortes, y con el Año de la fe en el horizonte. Don José María Alvira, zaragozano y matemático, apuesta por unos centros concertados de calidad académica que sean «plataformas de evangelización, no sólo para los alumnos, también para sus familias»
En este contexto marcado por la nueva evangelización y por los recortes, ¿cuáles son las prioridades de Escuelas Católicas?
Pretendemos apoyar a nuestros centros para que puedan seguir
realizando su tarea evangelizadora y educativa, que son dos ámbitos
inseparables. Y para eso, tenemos que solucionar la cuestión de los
medios materiales, porque los recortes están dificultando el
funcionamiento de los centros. Además, en el Año de la Fe, queremos
proporcionar más apoyo a los centros, para que puedan seguir abordando
la educación integral, humana y cristiana, de los alumnos.
¿Cuáles son los mayores retos que encara hoy una escuela católica?
Muchos centros llevados por congregaciones religiosas tienen menos
presencia de religiosos, y eso nos lleva a plantear las cosas de otra
manera, dando más papel a los laicos, formándolos e invitándoles a que
se asocien a nuestra misión. Éste es un proceso que lleva años abierto, y
los laicos han asumido su labor con profesionalidad y muy identificados
con los proyectos pastorales. En el tema de los recortes, entendemos
que hay recortes en todos los sectores y nos toca ser solidarios con la
sociedad, si esos recortes son para mejor. Lo que pedimos es que se
cuente con nosotros, que el Ministerio dialogue, que cada Comunidad no
vaya por su camino, porque eso genera desconcierto, y que no se impida
el funcionamiento de nuestros centros, porque ya estamos llegando a
situaciones de casi quiebra técnica.
¿Van a pedir al Gobierno que modifique el sistema de conciertos?
El actual módulo de conciertos no garantiza la gratuidad del puesto
escolar. Por eso, hay que hacer un estudio del coste real del puesto
escolar, para que el concierto se adecue a ese coste. Ahora se están
dando incumplimientos en los plazos y en la manera de hacer los
recortes, pero el problema no es que se incumpla lo acordado, sino que
hay que partir de supuestos reales. Sé que éste no es el mejor momento
para pedir esto, pero tenemos que hacerlo para que los conciertos
respondan a la realidad.
Hay quien dice que los conciertos son privilegios de la Iglesia, y que una escuela de calidad tiene que ser pública y laica...
El dinero que se da a los colegios católicos no se les da por ser
católicos, sino porque son colegios. Por eso hay centros no
confesionales que son concertados. Con el concierto se consigue que el
derecho de los padres a la libertad de la enseñanza sea real; y no es
una ayuda a los centros, sino que es una manera de que las familias
puedan optar libremente. Todos queremos una educación de calidad, pero,
para nosotros, la calidad es un concepto profundo: buenos resultados
académicos, claro, pero también una educación integral, atención a los
más débiles (en todos los sentidos), colaboración con las familias, una
propuesta que abra a los alumnos a la trascendencia, que, para nosotros,
parte de un sentido de la vida basado en el Evangelio, siempre desde el
respeto a las opciones personales...
¿Qué papel debe jugar la escuela católica en la nueva evangelización?
El sentido de una escuela católica es evangelizar. Ahora, la Iglesia
nos llama a una nueva evangelización, en la que tenemos un papel muy
importante. El Evangelio siempre se transmite a través de mediaciones, y
en la escuela, es a través de los saberes. Por eso, la primera
evangelización de una escuela católica se da a través de las materias
académicas, que se deben impartir partiendo de premisas evangélicas que
permiten tener una visión trascendente sobre qué es el hombre, la
sociedad, las ciencias... Así se conjugan la razón y la fe. Además, un
colegio es una plataforma estupenda para hacer un anuncio explícito de
la fe. Tenemos que proponer experiencias cristianas, de forma explícita,
para que los alumnos y las familias puedan participar en ellas.
Pero muchos padres que llevan a sus hijos a centros católicos no lo hacen por convicciones religiosas...
Es verdad, y ellos son a los que tenemos que evangelizar, desde el
respeto a su libertad. A veces, pensamos cómo llevar el Evangelio a los
alejados; pues bien, entre los padres que nos confían a sus hijos hay
muchos alejados, con una fe más o menos fría (normalmente no se oponen a
la fe). Y aunque no será fácil, estamos llamados a avanzar en la
evangelización, no sólo de nuestro millón doscientos mil alumnos, sino
también de sus ochocientas o novecientas mil familias, ofreciendo
experiencias de evangelización directas, no sólo a través de los hijos.
La nueva evangelización pasa por la educación en la interioridad, por la
oración, y por la relación personal con Jesucristo.
Y ¿cuál es su relación con Él?
Él es quien da sentido a mi vida y a mi vocación. Jesús es la
manifestación de Dios a cada ser humano, y a mí en particular, por eso
creo que el principio de la encarnación que Dios ha escogido para
manifestarse se mantiene vivo, y que Dios se manifiesta a través de
realidades humanas y de personas. Como religioso, rezo en comunidad cada
día la Liturgia de las Horas, y eso me ayuda a sentirme comunidad y en
comunión con la Iglesia. Además, tengo tiempos largos de oración
personal. A los religiosos de vida activa, a veces, el mundo nos
desgasta la vitalidad de la fe, por eso no podemos descuidar la oración,
que es lo que da sentido a lo demás.
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