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Los municipios extremeños con partido judicial se muestran contrarios
a cualquier reordenación que implique la pérdida de sus juzgados. El
impacto que eso tendría sobre su economía, e incluso a nivel
demográfico, inquieta y preocupa a los alcaldes. Los ediles de las
poblaciones pequeñas y medianas anuncian una oposición firme si la
medida (que en estos momentos estudian el Consejo General del Poder
Judicial, los tribunales superiores de Justicia de las comunidades
autónomas y el Ministerio de Justicia) lleva a concentrar estos
servicios en las grandes ciudades.
En pos de la eficiencia y del
ahorro, el Gobierno busca medidas para reducir el coste de
funcionamiento de la justicia en España. Una de las opciones es
reorganizar la base de su organización territorial. En este sentido, el
Consejo General del Poder Judicial, el máximo organismo de los jueces,
ha echo una primera propuesta para rebajar de 431 a 199 el número de
partidos judiciales.
En Extremadura la reestructuración
significaría pasar de los 21 actuales a siete: dos en la provincia de
Cáceres y cinco en la de Badajoz. Según la portavoz de este organismo y
coautora del documento, Gabriela Bravo, la reagrupación de partidos
judiciales no significa necesariamente la eliminación de las actuales
sedes judiciales, pero no cierra la puerta al cierre de juzgados. Y es
eso lo que inquieta a los alcaldes.
ARGUMENTOS El de
Logrosán es uno de los partidos judiciales históricos de la región. Sus
orígenes se remontan al siglo XIX. Tiene un solo juzgado y su
demarcación comprende a 12 municipios del entorno de Las Villuercas. En
total da servicio a 13.906 habitantes. Junto al de Valencia de
Alcántara, es el partido judicial con menos ciudadanos en su ámbito
geográfico. "Sería una lástima perder el partido judicial y el juzgado.
Es un servicio público que genera mucho movimiento y actividad en la
localidad. Las personas que vienen al juzgado desde los pueblos próximos
siempre aprovechan para otros asuntos. Es parte de nuestra economía",
apunta Isabel Villa, alcaldesa de la localidad. Este es uno de los
motivos de la oposición y el temor de los ediles a la propuesta del
Poder Judicial: el impacto económico que la desaparición de la sede
judicial tendría en sus municipios, sobre todo en los más pequeños.
Otro argumento que aportan los responsables de los consistorios es de
carácter demográfico. Sin juzgados, estos municipios y su entorno se
exponen a perder población. "La gente tiende a concentrarse en torno a
los núcleos donde se prestan más servicios. Si desaparece o se desplaza
un servicio ciudadano, en este caso los juzgados, existe el riesgo de
que haya una merma en el número de habitantes", advierte, prudente
"porque todavía no hay nada seguro", Alberto Casero, alcalde la
localidad cacereña de Trujillo. "Si empezamos a quitar servicios a áreas
rurales como la nuestra, nos quedamos solos", agrega su homólogo de
Valencia de Alcántara, Pablo Carrilho. Su municipio, próximo a Portugal,
se encuentra a 90 kilómetros de distancia por carretera de Cáceres. El
trayecto dura algo más de una hora. "Esto nos aislaría más y limitaría
nuestro acceso a la justicia", arguye.
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